No siento ningún orgullo por ser heterosexual, como no lo sentiría si fuera bisexual u homosexual, uno es el que es y poco más puede hacer, salvo, eso si, aceptarse como es y con cierta dignidad. Ahora, lo que si no entiendo, ni comprendo, ni comparto son estos carnavales del orgullo gay en que se disfrazan con calzoncillos marcando paquete, o de gladiadores moteros, romanos plateados y con alas, u odaliscas con fru fru, con claras y explícitas connotaciones sexuales que no entiendo que tienen que ver con el orgullo y con ser gay.
Si se quieren manifestar (ya he dicho que no lo entiendo) que vayan como la gente por la calle, como ellos mismos normalmente van por la calle, que sería una forma de demostrar su normalización que de hecho ya existe en la vida real sin problemas. Porque sinó, con estos actos chabacanos poco favor se hacen para favorecer su situación, y este patético desfile más que el día del orgullo gay, parece la parada de los monstruos, por su anormalidad.
Se han hecho esfuerzos para normalizar las relaciones entre unos y otros a fin de que convivir con normalidad, lejos del disparate de la represión de épocas pasadas o de los indocumentados que tildaban a los homosexuales como enfermos o como un error de la naturaleza. Esto ya se ha superado y ya lo hemos entendido, pero manifestaciones como la de Madrid ayer, y las paradas con las que periódicamente se obsequian ellos mismos, hacen dudar y pensar que quizás si que los gays son diferentes, y en el fondo, los heterosexuales esto ya lo sabíamos. Nosotros no somos tan horteras. Esta es la única diferencia.
Ahora bién, como la manifestación de ayer en Madrid era en contra de la visita del Papa a la capital del reino y es éste el padre de todos los horteras travestis, todo queda en su lugar y todo está bien. A lo mejor protestaban los gays y lesbianas por lo que costará la visita del Papa a Madrid (50 millones de euros, dicen), y ya tiene narices que la visita del máximo representante de los católicos en un país laico, la tengamos que pagar entre todos. Quizás nos tendríamos que poner seriamente en este asunto y que se paguen la fiesta ellos, los católicos apostólicos y pederastas. Amén.
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