25 AÑOS DE CÁRCEL POR LLEVAR UN LIMÓN EN EL BOLSILLO



¿Qué hacía Mehmet Tahir Ilhan, un mozo de almacén kurdo de Mersin, en una manifestación a favor del PKK con medio limón en el bolsillo? Para el fiscal, no cabe duda: hacer propaganda a favor de los guerrilleros kurdos, y formar parte de una organización terrorista.

El limón natural es muy eficaz a la hora de paliar los efectos de los gases lacrimógenos utilizados por la policía turca. Por ello, es frecuente que los manifestantes se armen con limones antes de este tipo de incidentes. Pero lo que en otros países no pasaría de ser una evidencia circunstancial, en Turquía puede ser suficiente para enviar a esta persona a la cárcel durante 25 años, como pide la fiscalía.

El hombre, sordomudo y analfabeto, ha negado los cargos ante el tribunal de Adana que le juzga, asegurando que simplemente se vio atrapado en una manifestación que terminó en disturbios. Su abogado asegura que, dada su minusvalía, es «contrario a la lógica que estuviese en una manifestación cantando eslóganes».
El de Ilhan no es el único caso de este tipo de los últimos tiempos, en los que la judicatura dicta sentencias basadas en pruebas escasas, dudosas o irrelevantes. El más notorio ha sido el del joven Cihan Kirmizigül, arrestado por llevar un pañuelo kurdo y condenado a 11 años de cárcel por terrorismo callejero, a pesar de que el principal testigo se retractó durante el juicio.

Y la semana pasada, los Tribunales Especiales Antiterroristas volvieron a desatar la polémica al sentenciar a dos estudiantes de 22 años a ocho años y medio de cárcel. Ambos habían sido detenidos por desplegar una pancarta durante un mítin del primer ministro Recep Tayyip Erdogán, en la que se leía: «Queremos educación gratuita, y la tendremos». El tribunal los consideró miembros de la organización armada Frente-Partido Revolucionario de Liberación Popular (DHKP/C), a pesar de que no existen evidencias sólidas al respecto.

«En los últimos tres años, el gran problema ha sido el mal uso de las leyes antiterroristas para imponer cargos criminales contra muchos ciudadanos ordinarios que se involucran de forma legítima y no violenta en actividades políticas pro-kurdas o izquierdistas. Esta campaña de medidas también incluye a periodistas, y amenaza la estructura democrática y de derechos humanos en Turquía», asegura Emma Sinclair-Webb, investigadora de Human Rights Watch en Estambul.

Vamos atrás en cvuanto a derechos de los ciudadanos, no sólo en Turquía, en el resto del mundo occidental cada vez los ciudadanos tenemos menos derechos y estamos más sometidos a las arbitrariedades del poder, Huxley y Orwell se horrorizarian si vieran dónde estamos y hacia dónde vamos como sociedad.

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