Refresca de buena mañana, la sala wi-fi del hotel da a través de un amplio ventanal al patio central lleno de palmeras y detrás están las dos piscinas, unos pájaros que desconozco entonan una variada sinfonía cual hilo musical natural, y a lo lejos alguien canta. Ensimismado como estoy, me dice buenos días la señora que limpia la sala. Estoy solo, me siento bien. Son las 8:25, 07:25 en las islas Canarias. A las ocho ya dan de desayunar ...