Comentaba ayer Quim Monzó en la Vanguardia una historia que encuentro deliciosa, y que se podría titular "el hombre que liberaba el aire '. Los hechos pasaron en Vigo, cuando la policía detuvo a un hombre por pinchar las ruedas de los vehículos.
"Según informan las fuerzas de seguridad, en los últimos días varios vehículos aparecieron con una o más ruedas pinchadas en la zona de Coia, por lo que se estableció un dispositivo especial. Así, sobre las 6.00 horas del miércoles, una de las unidades movilizadas - la que iba en un vehículo no uniformado - recibió una llamada de la sala operativa informando de un aviso sobre la presencia del sospechoso en la calle Marín. (...) a la altura de la calle Tomás Paredes la Policía descubrió un hombre que respondía a las características que los vecinos habían dado sobre el autor y el que permanecía en actitud sospechosa. (...) lo sometieron a un cacheo por el que le encontraron la navaja con la que supuestamente pinchaba los neumáticos.
Tras ser interceptado, los efectivos policiales le preguntaron sobre las motivaciones de los daños, a lo que él contestó diciendo que 'hay poco aire en el mundo y las ruedas tienen mucho'. El hombre, reconoció que la noche anterior y en otras ocasiones había pinchado neumáticos con el objetivo de liberar al mundo del aire contenido en ellos ".
Yo no sé, pero este acto me parece de pura poesía visual de Brossa, un acto de una enorme belleza, que también podría ser el motivo de un cuento de Pere Calders.
Imagino emocionado, la escena de una ciudad con todas las ruedas de los coches pinchadas, coches grotescamente aparcados y los conductores deambulando desorientados cada uno con una de las ruedas en busca de alguien que le arreglase su neumático.
Liberar el aire de los neumáticos es un acto poético, maravillosamente poético.
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