LA CUENTA CORRIENTE DEL ABUELO


En la mayoría de polígonos industriales, sobre todo los urbanos o en las cercanías de las urbes, hay abuelos o vagabundos que malviven o se sacan un sobresueldo recogiendo cartón y desperdicios variados. Pues bien, hay una aplicación sobre este hecho social o sub-social curiosa.

Una persona que tenga una empresa en este polígono, traba amistad con un abuelo o vagabundo de estos, charla con él, le hace un poco la pelota con cuatro cumplidos y se entera de su situación familiar, normalmente desarraigada o inexistente. A partir de aquí y una vez hay una cierta confianza, un día se le pide el carné de identidad con la justificación de que se debe informar a la junta de residuos conforme retira el cartón u otros para reciclaje, puesto que se debe comunicar a esta junta que se ha hecho a través de una tercera persona lejos del trámite reglamentario. Esta u otra excusa por el estilo.
Se hace fotocopia del DNI del abuelo o vagabundo y se le hace firmar un papel conforme se ha hecho esta gestión. Lo que no sabe el abuelo o vagabundo (salvo que se vaya al Banco y después hay una compensación mensual) es que con esta firma acaba de abrir una cuenta corriente de la que no podrá disponer ya que acaba de delegar con su firma en quien le ha presentado el documento la disposición del dinero "negro" que se ingresarán en esta cuenta corriente. 

Es una manera limpia para tener una cuenta corriente a disponibilidad inmediata de dinero negro, de éste que no paga los impuestos que tenemos que pagar los pobres denominados clase media que dicen los de las Cajas que de esto saben, somos quienes tenemos que pagar y no los ricos. Os preguntaréis como lo sé.

Hace unos años ya, un viejo conocido de aquellos que ves de vez en cuando y de los que no suelen arrastrar de propio ni cinco me contó el caso: Su padre con quien no se hacía años había traspasado y al enterarse se había personado donde malvivía y revolviendo los cuatro papeles que había en la casa se topó con un sobre de un banco en el interior del cual donde constaba que el fallecido tenía casi cuarenta millones de pesetas en una cuenta corriente. Sorprendido, se lo comunicó a su hermana y ambos se presentaron en el Banco. Allí les comunicaron que efectivamente si era cierto que la cuenta iba a nombre de su padre pero que él no tenía autorización para retirar ese dinero, que había habido algún tipo de error dado este sobre no se enviaba nunca al domicilio del titular de la cuenta, sino que lo iba a recoger en la taquilla el que podía disponer de ella. Resultado: comparecencia de los dos hermanos en casa del empresario que disponía de la firma de la cuenta y una voluntaria indemnización de cinco millones por barba por parte de este por su silencio. 

El caso ha prescrito, él ya está muerto y de la hermana no sé ni de hecho he sabido nunca nada, por eso os lo cuento ahora a propósito del tema de quién debe pagar impuestos y de que sólo los pagamos quienes (y a día de hoy aún es una suerte) tenemos nómina y no podemos ocultar ni una peseta de lo que ganamos, puesto que nuestro abuelo (padre) que afortunadamente no tiene que recoger cartones para sobrevivir, pasa el més justito con una exigua y escasa pensión.

Publicar un comentario

Artícle Anterior Artícle Següent