Es fácil escuchar las conversaciones en el Restaurante La Camarga entre Alicia Sánchez Camacho y la ex-fulana del hijo de Jordi Pujol, la red está llena. No la he querido escuchar, está prohibida por el juez la difusión de la grabación del florero, y ya que todo el mundo está con que se debe respetar la justicia y sus decisiones, si ésta ha dictaminado que las grabaciones no se pueden hacer públicas, hay que acatar la decisión. Pero en la red hay mucho charlatán indocumentado con incontinencia publicativa, incluso alguien lo vendía en su Facebook como una gran exclusiva (el pobre idiota).
Dicho esto, al igual que hace unos meses dije que Oriol Pujol era un cadáver político, y a su desaparición me remito, Alicia Sánchez Camacho lo es también en la actualidad. Su partido tiene demasiados problemas como para aguantar a una delegada en Cataluña qué tiene una grabación pendiente de que no se sabe ni cuando se hará pública entera ni el daño que les hará - cual gota malaya - su dosificación. Además, todos los rumores coinciden en que finalmente terminará siendo divulgada en su totalidad, y por lo que dicen, él contenido de la conversación podría arrastrar a más personaje importante de su partido. Es un final de carrera política cruel, pero justo, al fin y al cabo, Alícia es un depredador parasitario de la política y ha recogido finalmente lo que ha sembrado.
Adiós Alicia, tenías que haber previsto que muchos cuentos que no acaban bien.