Cuando leí 1984 en Palma de Mallorca donde hacía el servicio militar me pareció exagerada, fue más adelante en releerla en más de una ocasión y a medida que nuestro mundo iba cambiando que empecé a tener la terrible certeza de que Orwell no exageraba, sino que nos anticipaba como Huxley el futuro que nos esperaba y que es ya presente.
Tenía razón Orwell cuando decía que la verdad nos sería escondida como el trabajo que su protagonista desarrollaba en la novela en el 'Ministerio de la verdad', pero Huxley que ya daba por hecho esto, entendía que la verdad realmente se ahogaría en un alud de información imposible de digerir para los ciudadanos, que cada vez sabrían más sobre menos cosas.
Y en este hecho estamos, no sabemos quién bombardeó ayer con gas nervioso el barrio de Guta de Damasco que causó la muerte de 1.300 víctimas inocentes, más las secuelas de los supervivientes, el Gobierno de al-Assad dice que las víctimas son sólo unas 100 y que no han sido ellos, y sus opositores en cambio lo acusan directamente a él ya su Gobierno de la masacre, del asesinato de tantos inocentes.
Antes, cuando las guerras las hacían los hombres, las principales víctimas, el 90% eran los soldados, mientras que hace ya un tiempo que los papeles se han invertido y el 90% de las víctimas son civiles, la mayoría inocentes. Y como oficialmente no hay guerra, sino conflictos armados, o asuntos internos, cobardemente, nadie interviene para detener los genocidios que empezaron después de la Segunda Guerra Mundial en Srebrenica, y han continuado ahora en Siria, con más de 100.000 muertes desde que comenzó la lucha fratricida.
Después de la primera Guerra Mundial, y asustados los mismos militares por el devastador y avasallador uso del gas nervioso, se decidió pactar no usarlos nunca más, pero la resolución fue papel mojado, pués lo usaron los italianos en Abisinia, los Americanos en Vietnam y los españoles en Marruecos. Nadie dijo nada, alguna resolución condenatoria se debía dictar con la boca pequeña desde la ONU sin ningún resultado.
Este gas nervioso, casi seguro viene de Rusia; que importa, o no es ESPAÑA uno de los países líderes en la fabricación y exportación de armas, de armas para matar, no para desfilar.
Ayer en Guta, 1.300 personas fueron cobardemente asesinadas y nadie, nadie, responderá de su muerte. De hecho, que importa, de aquí a una semana ya no hablaremos de ellas y como máximo, una vez al año si no le pasa por delante una noticia más candente, se celebrará el aniversario de la matanza, con buenas palabras y buenos deseos. Todo ello una pura y miserable hipocresía de la ONU, los Estados Unidos, la Comunidad Europea y el mundo árabe. Malditos sean todos.
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