El aforismo que he puesto hoy de Joan Fuster en mi blog en catalán, es de aquellos que contienen una certeza irrefutable:

¿Corrupción de menores? Probablemente, hasta que un menor no sea debidamente corrompido no será adulto.

A modo de inventario, un ejemplo: Estaba el otro día mi nieto de cinco años con su padre en la frutería donde trabaja, es de esas franquicias que ahora se han puesto de moda donde venden un eufemismo de fruta, insípida e inodora, pero es lo que hay.
Como se acercaba la hora de cerrar y les quedaba poco perejil, mi yerno dijo a su compañera: guardaremos el perejil para aquella señora que viene a buscarlo a última hora, y si viene alguien le diremos que se ha terminado.
En estas que se presenta al momento una señora a comprar y pregunta si hay perejil, y mi yerno le dice que se ha acabado,  entonces salta el Roberto (mi nieto ) y dice: Papa, sí que tienes perejil, la acabas de guardar dentro.

Ahora, hazle entender al niño que no debe decir mentiras. Y así es cómo educamos a nuestros hijos, enseñándoles y inculcándoles la manera de cometer todos nuestros errores y las carencias del día a día.