FRANQUÍCIATE


Dentro de la verborreica sociedad actual que nos ha tocado sufrir, hay un apartado lamentable: el maravilloso mundo de las franquicias. Hay que aclarar en descargo de los franquiciados que al menos, no son emprendedores, lo cual les honra. Antes, cuando todavía pensábamos algo, alguien tenía una idea, y la ponía en marcha en forma de negocio, se le consideraba empresario o comerciante, no emprendedor. Ahora, ya no es necesario, la idea te la venden envuelta y a precio tasado, se trata de hacerse cargo de una franquicia en las condiciones del franquiciador, poner el dinero, y arruinarte, porque el éxito de la franquicia reside en el franquiciador, no en el pringao del franquiciado, que es el pagano. Aparte de que, las franquicias tienden a uniformizar aburridamente y masivamente las ciudades, donde se encuentran las mismas tiendas de lo que sea allí donde sea.
La última tontería en franquicias, ha sido la de las tiendas de cigarrillos electrónicos que han proliferado como renacuajos en una tormenta. Esta es una franquicia que estaba condenada al fracaso antes de empezar, y, sin embargo, bastantes almas cándidas han caído y han abierto su tienda (alguna no ha durado ni dos meses) y, las que quedan pronto cerrarán.
A veces pienso que somos más idiotas de lo que realmente nos creemos que somos, o quizás simplemente es que la desesperación obliga a adoptar decisiones - digamos empresariales - que no llegan a ninguna parte. Una franquicia no deja de ser una pirámide, y de viejo se sabe que una pirámide es una estafa legal o alegal, en la que sólo gana quien tiene la idea, idea que pagan los franquiciados.

Y es que ya lo decía Madame Bovary, no hay nada nuevo en el mundo, salvo lo hemos olvidado. Y Emma Bovary que era bastante vulgar y zafia, a su manera era sabia, o al menos superviviente.

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