El selfie colgado en la red por Marie Chantal Miller, en la que se ve la imputada Cristina, riendo en medio de una escena festiva, con los nietos de la familia real griega muy alborozados y juguetones, ha levantado tanta polvareda que ha terminado en las portadas de los diarios del quiosco. "Mira como se ríe la imputada" ha sido uno de los comentarios más retuiteados en Twitter, en medio de comentarios más ácidos y sangrantes. Toda la estrategia de protocolo se ha derrumbado por un selfie. Y lo más relevante del caso es que, a pesar de que la red pueda parecer tan volátil y desmemoriada como la infanta ante el juez , en realidad no lo es. Es decir, que una foto colgada en la red puede convertirse en mucho más eterna que cualquier retrato de estudio porque por mucho que el autor quiera recuperar, una vez en la red es muy, muy difícil asegurar su control .

Y, como ya consta en los diccionarios anglosajones, selfie es el equivalente digital de los autorretratos de toda la vida. Si se pulsa autorretrato en Wikipedia aparecerán una veintena de imágenes icónicas, desde Van Gogh hasta Andy Warhol, pasando por todos los grandes nombres de la historia del arte y, también, de las monarquías europeas de los últimos cinco siglos. Todo apunta, pues, que a pesar de los esfuerzos de la Casa del Rey, la imagen risueña de la infanta imputada será de las que pasará a la historia. Tener sangre azul te puede garantizar un juicio a medida, pero no una foto a medida. Qué cosas que tiene la red, comenta David Bassa en Nació digital.

No lo dice Bassa, pero el Selfie (no se como se debería traducir) es como todas las modas, una banalidad pasajera donde se mide el grado de idiotez y vanidad de la gente, en la línea de los cinco minutos de gloria de Warhol. Todo pura superficialidad de una sociedad endogámica , hedonista y aburrida, sólo que de esta moda banal queda en la red la huella por mucho tiempo y vergüenza de más de uno, o una ....

Como reza la viñeta de José Ramón Mora: tonto el que lo selfie'