Están filmando una película: la misma escena se vuelve a empezar varias veces. Un transeúnte, seguramente provinciano, no sale de su asombro: «Después de esto, nunca más iré al cine.» 
Se podría reaccionar de la misma manera ante cualquier cosa en la que el secreto haya sido penetrado. Sin embargo, por una obnubilación prodigiosa, los ginecólogos se encariñan con sus clientes, los enterradores engendran niños, los incurables hacen abundantes proyectos, los escépticos escriben ..., y alguien lee.

E.M.CIORAN