La monja benedictina, Teresa Forcades, defendió los padres que no vacunan a sus hijos, como los del niño de Olot con difteria, y ha criticado que la Agencia de Salud Pública de Catalunya los "discrimine" por su decisión.
En declaración a Europa Press, Forcades ha pedido "respeto absoluto por estos padres, porque las vacunas están en manos de unas empresas que lo único que quieren es hacer negocio". Además, remarcó que la vacuna contra la difteria tiene una efectividad del 95% y por lo tanto el 5% de los niños no está inmunizado. En este sentido, ha recordado que los niños que no han recibido ninguna dosis por elección de sus progenitores ronda el 3%, una cifra inferior a los no inmunizados que han sido vacunados.
Forcades también justifica que "los vacunados se benefician de los no vacunados, a los que no se percibirá como peligrosos, sino al contrario", ya que ayudan a que las bacterias sigan circulando y que los vacunados mantengan un buen nivel de inmunización.
Para Forcades, las autoridades sanitarias catalanas "han creado confrontación en la calle" por haber pedido a todos los ciudadanos que se vacunen después del caso del niño de Olot, y han contribuido a que los padres que optan por no hacerlo se sientan culpables, según declaraciones a Europa Press que repitió este jueves en el programa ".Cat" de TV3.
"Hay padres que prefieren correr el riesgo de que su hijo se muera que no que quede con una enfermedad degenerativa por intoxicación de cúmulo de vacunas, y hay que respetarlo", concluyó la monja benedictina.
Y es que aquí entramos en un terreno muy resbaladizo, vacunarse o no vacunarse, y de todo, de algo o de nada; hay vacunas efectivas, otras que no lo son tanto e incluso algunas que no lo son en absoluto, pero hay que tener cuidado con estas posturas progresistas porque está en juego la vida de los niños en muchos casos, como se ha visto en el caso de difteria en Olot. Si hubiera honestidad (que no la hay) en la clase médica, ya serían ellos quienes nos dirían qué vacunas realmente deben administrar y qué no es necesario, pero aquí estamos en el maravilloso mundo de las comisiones, telas de plasma y viajes al Caribe (esto no se puede negar), los pacientes debemos hacer de conejillos de indias a menudo a ver que pasa con tal o cual medicamento, por qué de eso se trate, y que nadie se engañe.
Un amigo ya fallecido que estaba de director en un hospital de Terrassa, redujo a 300 los medicamentos a usar, en vez de la barbaridad anterior, pues bien, las farmacéuticas se lo cargaron, porque son las que mandan, así de claro. No pararon hasta que consiguieron que fuera destituido.
El negocio es obsceno, sucio y pegajoso pero es un negocio que también aporta muchas cosas positivas, como las vacunas, que algunas - y aqui que nadie se engañe - han salvado y están salvando cada día, muchas vidas de niños y mayores.
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Andrew Wakefield |
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