EL OCIO ABSOLUTO


En un principio era el ocio. Por lo menos, todas o casi todas las religiones y las mitologías convienen en describir el principio de la vida del hombre sobre la tierra como una plácida ausencia de necesidades y de esfuerzo para cubrirlas. Los cálculos de la ciencia actual, ciertamente, no confirman esto: para la ciencia, la misma idea de un 'primer hombre' resulta angustiosa y difícil de precisar. Pero las revelaciones y las fábulas no se originan en la memoria ni en las conjeturas de que el hombre tiene o hace de su pasado lejano, sino en los deseos preconcebidos que ahora lo poseen: y el hombre, insatisfecho de su condición de hoy, no sabe verse como el producto de un progreso, de una elevación secular, y prefiere considerarse 'caído' o 'decaído', de una dignidad primigenia. De aquí que se haya imaginado el reino de la perfección humana - digamos paraíso o edad de oro - el comienzo de los tiempos, antes de la historia.
En el relato bíblico, Adán y Eva disfrutan de estos misterioso beneficio: el mundo, para ellos, es literalmente un jardín, y no hacen otra cosa - lo vemos en los ingenuos misterios medievales - que pasear, exentos de toda inclemencia. El paraíso era el ocio absoluto.

Joan Fuster
Indagacions i propostes

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