Tras ver ayer por la tarde por enésima vez, Sed de Mal, que cada vez que la vuelvo a ver envejece peor, vi el Curioso Caso de Benjamin Button, que aún no había visto. No creo hacer un spoiler a estas alturas, pero lo que plantea la película, la reflexión sobre la vida de Benjamin Button al revés, es fascinante y terrible a la vez, es mucho peor que nacer pequeño e ir envejeciendo. Button nace como un bebé viejo y muere como un bebé joven, y este paralelismo con la inmortalidad es lo que es terrible, mientras todos van envejeciendo él es cada vez más joven, su madre, su hija, su mujer, todos los que le rodean.
Insisto, debe ser terrible un caso así, nadar contra la corriente sólo está reservado a algunos peces, no a los humanos, y aunque la película es una obra maestra muy bien realizada, explicada y resuelta del comienzo al final, deja un regusto amargo, porque en vez de ir avanzando, el personaje va al revés y esto altera todo el orden establecido, hasta el punto que no sé yo en el caso de darse una situación real como la de Benjamin Button, si éste lo podría soportar y superar. Si envejecer plenamente consciente es duro y difícil de asumir, rejuvenecer, a la inversa de los demás, debe ser terrible, imposible de soportar.
Quizás esta parte es la que no me ha acabado de convencer de la película: si Benjamin nace viejo pero como un bebé, de conocimiento y físicamente, de viejo debería ser un bebé lúcido, aunque en la película insinúan que tiene demencia senil, pero lo encuentro un recurso demasiado fácil, quizá porque la situación es tan compleja, tan terrible, que mejor despacharla así, para no angustiarse más de la cuenta.
Si a alguien se le ha pasado por la cabeza alguna vez, aunque sea desde la teorización, la posibilidad de ser inmortal, viendo esta película se le pasarán de golpe las ganas. Nada es para siempre, ni siquiera la inocencia o la maldad en estado puro, y así debe ser.