Al desaparecer la URSS ya no quedaba en el mundo ningún Estado capaz de rivalizar con Estados Unidos en el plano militar y, por ende, aún menos con la OTAN. Esta última tenía que haber desaparecido en aquel momento. Pero, no fue eso lo que sucedió.

Primero, surgió un nuevo enemigo: el terrorismo. Y el terrorismo enlutó varias capitales de países miembros de la OTAN, obligando a los Estados de la alianza atlántica a respaldarse entre sí.

Por supuesto, no hay ningún tipo de comparación posible entre lo que fue el Pacto de Varsovia y lo que realmente podían hacer una banda de barbudos desde una cueva en Afganistán. Pero los Estados miembros de la OTAN actúan como si creyeran –en verdad el amo de la alianza atlántica no les deja otra opción– que la única manera de garantizar la protección de sus poblaciones es firmar los comunicados de la OTAN, repetir a coro el discurso único.

A pesar de que existe una abundante literatura histórica, los occidentales siguen sin entender que la OTAN fue creada por sus clases acomodadas para utilizarla contra sus propios pueblos y que hoy Estados Unidos la utiliza contra las élites occidentales. La situación es muy poco diferente para los países bálticos y Polonia, que entraron recientemente en la alianza atlántica y aún se encuentran en la primera etapa del proceso: la del temor de las élites ante los comunistas.

La zona geográfica casi ilimitada que abarca la OTAN

Si la OTAN fuese realmente una alianza defensiva se limitaría a garantizar la defensa de sus Estados miembros. Pero, en vez de ello, sigue ampliando su zona geográfica de intervención. La lectura del comunicado final emitido en Varsovia permite comprobar que la OTAN se inmiscuye en todas las regiones del mundo, incluyendo la península de Corea –donde Estados Unidos nunca firmó la paz con la República Democrática– y África –donde el Pentágono sigue empeñado en instalar su AfriCom. La única región del mundo donde no se mete la OTAN es Latinoamérica, considerada como la zona reservada de Washington, en virtud de la «Doctrina Monroe». En lo tocante a todas las demás regiones del mundo, los vasallos del Pentágono reciben órdenes de enviar tropas para defender los intereses del amo.

La OTAN está implicada hoy en todos los campos de batalla. La OTAN coordinó la destrucción de Libia, con diferentes niveles de participación de sus diferentes miembros, cuando el comandante estadounidense del AfriCom, el general Carter Ham, se negó a entregar armas a al-Qaeda para derrocar a Muammar el-Kadhafi. Y es también la OTAN la que coordina la guerra contra Siria desde la instalación del Allied Land Command, en 2012, en la ciudad turca de Esmirna (Izmir).

Poco a poco, varios Estados no europeos han sido integrados a la OTAN, con diferentes niveles de participación. Los más recientes son Bahréin, Israel, Jordania, Qatar y Kuwait, que incluso ya tienen cada uno su propia oficina en la sede de la OTAN, desde el 4 de mayo de 2016.

La nueva sede, recientemente inaugurada, de la OTAN en Bruselas. ¿Su módico costo? Un millón de millones de dólares.

UN ARTÍCULO DE THIERRY MEISSAN