Barcelona y algunos municipios de su área metropolitana aún superan los niveles exigidos por la legislación europea de calidad del aire en óxidos de nitrógeno, un contaminante muy vinculado al tráfico y particularmente a la combustión de los motores diesel, y de forma ocasional también de partículas en suspensión.
Hace tiempo que la contaminación dejó de ser un síntoma de país desarrollado para convertirse en un grave problema de salud pública: la superación de los umbrales de la UE no sólo conlleva unas multas millonarias, aunque no definidas totalmente ya que se han obtenido prórrogas desde 2010, sino que varios estudios calculan que la mala calidad del aire ocasiona en Barcelona unas 3.000 muertes prematuras por cáncer y problemas respiratorios, así como un sinfín de horas laborales perdidas.
El humo de los cigarrillos no volverá a los bares, no serán necesarios carteles. Los perros no dejarán sus deposiciones en las calles o en los parques donde juegan los niños, o no deberían. En los trenes actualmente nadie escupe en el suelo, arrancaron los carteles hace 30 años. En las playas las radios con la canción del verano a todo volumen están prohibidas. Otras incomodidades como las vinculadas al uso abusivo del móvil en el espacio público se están regulando. Sin embargo, los coches siguen expulsando sus gases en las calles de la ciudad, dificultando el paso del transporte público y los peatones, y perjudicando gravemente la salud de todos. ¡Bienvenidas todas las propuestas, como las superislas, que contribuyan a cambiar esta situación!, explican hoy en el periódico ...., pero si no expulsamos de la ciudad los coches no solucionaremos el problema.

No son las superislas la solución, la solución debe ser más radical, en la ciudad no caben los coches, que los aparquen a la entrada en unos super parkings municipales gratuitos, residentes y visitantes. Sería de entrada un cambio muy fuerte y habría que reforzar el transporte público, y abaratar el coste de los taxis que trabajarían mucho más, pero es la solución idónea, la que toca a una ciudad que pretende ser moderna y atraer aún más turistas.
No tienen ningún sentido los coches en una ciudad del siglo XXI, son un concepto de transporte anticuado y contaminante, y en caso de aplicarse estas medidas, habría otro ganancia muy importante, el 50% de la gente que vive en Barcelona y tiene coche se lo sacaría de encima o dejaría de cogerlo, al comprender que no lo necesitan para nada.

Entiendo que hay un pero en todo este planteamiento, un grave impedimento, un hándicap insuperable: el pésimo funcionamiento de cercanías, y si cercanías no funciona como un reloj, como un perfecto engranaje, todo lo que acabo de sugerir no es posible. La culpa pues, es otra vez del Gobierno de Madrid, donde por cierto, cercanías si funciona como es debido, quizás porqué no tienen catenarias con 100 años de antigüedad.