Cuando hacía poco menos de dos horas que Rita Barberá había fallecido en la habitación que ocupaba en el Hotel Villa Real, frente al Congreso, los dirigentes del PP se lanzaron a una carrera por elogiarla. "Una mujer honrada y muy honesta y una gran española. Creo que eso es lo que le hubiera gustado oír decir a ella misma y eso es todo lo que tengo que decir", zanjaba María Dolores de Cospedal, secretaria general del partido.
Como si el empeño de la exsenadora por mantenerse en el escaño y conservar su aforamiento no hubiera provocado una auténtica crisis en el PP.  Y como si ella no hubiera respondido a las amenazas de expulsión de la cúpula del partido renunciando a su carné para conservar su asiento en el Senado aunque le obligara a pasar a las filas del Grupo Mixto.
El fallecimiento de la dirigente política caída en desgracia ha logrado reunir a todo el partido en torno a ella. El enfado por la negativa de los diputados de Unidos Podemos a participar en el minuto de silencio en el Congreso ayudó a que varios altos cargos hablaran de "cacería".
Cinismo y desfachatez made in Pp, que en el fondo han suspirado aliviados, pues nunca una muerte habia sido tan oportuna, de ahí que el subconsciente les traicione y les salgan tantas alabanzas a la difunta senadora, la Alcaldesa de España, que - ironias de la vida - en lo único que la habia podido medio pillar era por 1.000 euros de nada, un puñado de euros, pero que según hubiesen ido los acontecimientos podía haber cantado y mucho, y no al caloret sinó al corrupcionet, de lo que el juez llama la Banda criminal organizada del Pp Valenciano.