Historia de una escalera, és una obra de teatro de Antonio Buero Vallejo, un gran autor bastante olvidado, por cierto. Aunque suene a extraño, esta obra como otras de Pedro Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Lope de Vega, Benito Pérez Galdós, José Zorrilla, Miguel Mihura, Carlos Arniches, Alfonso Paso, Víctor Ruiz Iriarte, Alejandro Casona, Enrique Jardiel Poncela, Hermanos Álvarez Quintero, Carlos Llopis, Jacinto Benavente, Antonio Buero Vallejo, y de otros países com Shakespeare, J.B. Priestley, Luigi Pirandello, Oscar Wilde, Chéjov, Arthur Miller, Henrik Ibsen, Molière, George Bernard Shaw. y más autores impensables a día de hoy, en plena época de la dictadura se podían ver en Televisión Española, en primera fila o Estudio 1.
La escalera de casa, de la que soy casi el presidente honorario dado que nadie lo quiere ser, y eso que de hecho no conlleva ningún trabajo, pues hay una gestoría (GPS se llama) que se cuida de todo, y lo único que tengo que hacer es firmar el libro de actas de vez en cuando, es una escalera más o menos como todas. Tenemos dos okupas, unos gitanos en el 1º 2ª, y una pareja de bolivianos en el 3º 2ª, ambos pisos vacíos antes de ser ocupados, eran de personas traspasadas y no se como lo han hecho pero ahora están ocupados. Tenemos una viuda, una separada con tres criaturas, una pareja de homosexuales, una alpinista viajera y un borracho.
Hay también una pareja que están arreglando el piso de nuestro rellano, que por cierto también estaba ocupado, pero, ocupado por el hermano del anterior propietario a quien el BBVA la había embargado, y el quinto que estuvo mucho tiempo arreglándolo y cuándo estuvo, con muebles y electrodomésticos y todo, como se ve que él añoraba a la madre, no acababa de decidirse a vivir en él, por lo que de momento sólo él viene a dormir, pues imagino que ella viendo el panorama se dió un Marhuenda, ya que no se la ha visto más.
La pareja que se han separado, para no alterar el orden de los niños, cuando le toca tenerlos a él de fin de semana, es ella la que se va a casa de su madre y él quien se queda en el piso. Es muy fácil saber cuando está él, pués como fuma en el ascensor, hace un pestazo que no se puede aguantar, y en cambio, cuando coges el mismo ascensor y antes ha bajado el compañero del vecino homosexual, el olor es tan agradable que a uno le entra alguna duda sexual razonable, de limpio y perfumado que va, que da gusto, de hecho, es la teoría de mi mujer que comparto, que hay de homosexuales que son limpios, pulidos y ordenados con creces .
Como habéis podido ver, la escalera de casa es casi normal, como la mayoría, pocos niños y mucha gente mayor, que de hecho se está - últimamente - yendo, el año pasado sufrimos dos bajas Antonia y la Esperanza , - ley de vida - y otro que se instaló en el geriátrico del nunca más.
La diferencia de la escalera de casa con las otras, es que normalmente en las otras hay hostias para ser Presidente, incluso hay gente que mataría por serlo, y aquí, todo el mundo se borra y me toca siempre a mí que no se decir que no, y eso que es un cargo que no me gusta nada, aunque de hecho - como decía al principio- no lleva nada de trabajo, cambiar una bombilla de vez en cuando, y llevar el papel de la revisión del ascensor a la gestoría que los de la lista de Schindler siempre dejan en mi buzón, pese a que tienen instrucciones de llevarlo a la gestoría. Este es todo el trabajo que conlleva ser presidente de la escala, además de constatar cómo las Kelis de la empresa que limpian la susodicha escalera una vez a la semana, no la friegan, directamente la inundan, como si de un tsunami se tratara, ¡ah! y abrir el portero automático 'poco a poco' a los del correo comercial, gas, luz (para dejar el papelito), la cartera y carta del banco.