Morir voluntariamente no es muy poético, ni está bien visto hoy en día, y antes tampoco, salvo en el caso de Ramón Cabau que una mañana se arrodilló en la puerta del Mercado de la Boqueria, depositó un ramo de violetas en el suelo y se tomó un frasco de cianuro, mientras pedía perdón por las molestias que pudiera ocasionar. Ramón Cabau había sido el propietario del restaurante el Agut d'Avignon y decidió quitarse la vida. El Sr. Cabau lucía unos aristocráticos y decimonónicos bigotes y un canotier, y con esta puesta en escena se despidió de este mundo en el que no sabía vivir. Me impresionó profundamente este suicidio del Sr. Cabau, ya hablé de ello en otra ocasión.

El suicidio como el sexo es tabú, no se habla, no existe. Tengase en cuenta que en el caso del ex del Barça Robert Enke, algunos medios no hablaban de suicidio sino de accidente, que de hecho lo es un accidente, pero no en el sentido que le quieren dar para no reconocer que una persona ha decidido quitarse la vida por propia voluntad. Renfe o FGC sufren a menudo muchos de estos accidentes.
Parecería que el índice más elevado de los suicidios debería ser en otoño o en invierno, pero en cambio, el ser humano que es ya una contradicción en sí mismo, es precisamente en la Primavera, cuando todo brota de viejo nuevo, cuando la naturaleza estalla en mil colores de la nueva savia de la vida y los animales de todo tipo y especie se aparean, va el ser humano y es cuando más decide quitarse la vida. 
Cioran que había hablado y teorizado mucho sobre el suicidio, murió de muerte natural en la cama a los 84 años, y en general los que hablan de suicidio no suelen llevar el acto final a plazo, aunque hay médicos que dicen que sí, que los que hablan terminan llevando el acto a cabo, con excepciones como sería el caso del poeta Leopoldo María Panero, ejemplo del artista atormentado, inmerso en drogas y alcohol, ingresado en un Psiquiátrico, todo un clásico que en teoría debería haber traspasado mucho antes de un 5 de marzo de 2014 en que dejó de estar entre nosotros, a los 66 años.

En muchos otros casos no se llega a consumar el suicidio, tal vez porque a pesar de todos los pesares, esto de vivir es mejor que la nada que les espera a los que en un momento de ofuscación o reflexión optan por la solución definitiva. Un nada, y una cobardía hacia los que quedan aquí en este valle de lágrimas como dice el tópico. Parece que actualmente se habla un poco más abiertamente del suicidio, pero muy entre comillas, con la aprensión que nos hace hablar de estos temas que deberíamos afrontar con más naturalidad. Pero aún así, siempre hay una esperanza de sobrevivir una temporada más antes de tomar esta decisión sin camino de retorno ni posibilidad de enmienda. Estoy seguro de que los suicidas en el último instante se arrepienten, sólo que ya no están a tiempo. No se si la Seguridad Social, el INE o algún otro estamento lleva algún control del número de suicidios que se producen al cabo del año, supongo que si pero son datos que no se deben dar a conocer, sólo he escuchado alguna vez hablar de que es la primera causa de muerte entre los jóvenes en Cataluña, pero sin dar cifras concretas, tal vez para no crear el efecto mimético que podría dar lugar a más suicidios si se hablara demasiado de los que se producen.

Sería bueno que los Gobiernos, a los que tanto les gusta legislar sobre la vida pública y privada de los ciudadanos, como la Obra de teatro de Alejandro Casona "Prohibido suicidarse en Primavera", prohibieran a la gente suicidarse al menos en esta época del año. No serviría para nada, pero le daría un toque poético al drama de quitarse la vida, a menudo sin necesidad real de hacerlo. Con esto de la vida, pasa como con la democracia, que no siendo un sistema perfecto es el menos imperfecto de todos, y que de hecho, si somos honestos, a menudo sucede que un problema que nos había llegado a angustiar y preocuparse mucho, solo arreglarse solo, y que quitarse la vida si no lo soluciona. En el fondo, a pesar de que es un derecho que tenemos ya que al no consultarnos para llevarnos aquí ya lo tenemos adquirido a decidir cuándo y cómo irnos en, diría que sería aconsejable no ejercerlo, no soluciona los problemas y es un acto de valiente cobardía.

Sobre el suicidio hay que recordar lo que decía Cioran:

Lo hermoso del suicidio es que es una decisión. Es muy halagador en el fondo poder suprimirse. El propio suicidio es un acto extraordinario. Así como llevamos, según Rilke, la muerte en nosotros, llevamos también el suicidio. El del suicidio es un pensamiento que ayuda a vivir.Ësta es mi teoría...Qué quería decir? que la vida es soportable tán sólo con la idea de que podemos abandonarla cuando queramos. Depende de nuestra voluntad.
Ese pensamiento,en lugar de ser desvitalizador, deprimente, es un pensamiento exaltante. En el fondo nos vemos arrojados a ese universo sin saber porqué. no hay razón alguna para que estemos aquí. Pero la idea de que podemos triunfar sobre la vida, de que la tenemos en nuestras manos, de que podemos abandonar el espectáculo cuando queramos, es una idea exaltante..." "...mientras puedas reír, aunque tengas mil razones para desesperarte, debes continuar. Reír es la única excusa de la vida. ¡la gran excusa de la vida!"