¿La planificación del atentado a Luis Carrero Blanco fue solo obra de ETA? En «Matar a Carrero» Manuel Cerdán habla de «conspiración» y plantea preguntas:

El 20 de diciembre de 1973, Luis Carrero Blanco, el primer presidente del gobierno nombrado por un Franco senil, sale de su casa en Hermanos Bécquer, 6. La agenda del almirante mantiene un guión tan rígido como sus convicciones políticas. El Dodge negro sigue el trayecto acostumbrado hasta la calle Serrano: Carrero asiste a misa y comulga. A las nueve y diez, los etarras Argala y Kiskur aguardan en la confluencia de Claudio Coello y Diego de León... El resto es Historia: el vehículo presidencial enfila Claudio Coello, donde los terroristas han excavado un semisótano en el número 104: Argala activa la bomba a las nueve treinta y seis. El Dodge se eleva treinta y cinco metros para desplomarse sobre la cornisa interior del convento de los jesuitas. Según el primer «avance informativo» de TVE, un escape de gas había provocado la explosión.

Cuando se conozca la autoría del «comando Txikia» –Wilson Argala, Ezkerra, Kiskur, Zigor…– con la colaboración de la siniestra Genoveva Forest, ETA se pondrá medallas «antifranquistas»; la izquierda reiterará durante años un mantra que dará oxígeno a la banda terrorista: su atentado aceleró la descomposición del Régimen. Se hablará de la aquiescencia norteamericana –la víspera, Kissinger se entrevistaba con Carrero–, que no supo o no quiso saber nada de unos activistas que campaban a sus anchas por Madrid, gratamente sorprendidos por la ausencia de medidas de seguridad.

¿Quién fue el auténtico cerebro? Cerdán sugiere un nombre: «La Sombra»
¿La planificación del atentado fue solo obra de ETA?, inquiere Manuel Cerdán. ¿Es lógico que el sumario conste de poco más de tres mil folios, cuando merecería decenas de miles? ¿Por qué se cierra la investigación el 11 de mayo 1977, con un auto «desolador», y solo tres de los inculpados –Wilson, Goiburu y Ezkerra– permanecen en prisión? El periodista habla de «conspiración».
El ogro de las cejas gruesas
A pesar de su talante inmovilista –compartía con Franco la obsesión por el contubernio marxista y judeomasónico–, Carrero apoyó al Opus frente a la Falange y pretendía seguir al dedillo la «hoja de ruta» de una sucesión con el Príncipe Juan Carlos de protagonista, ignorando al «lobby» de Carmen Polo/Martínez-Bordiú que postulaba la alternativa del duque de Cádiz.

ETA «aceleró» la presidencia de Arias Navarro y la ejecución de Puig Antich
Más preguntas. ¿Por qué el SECED, creado por Carrero y dirigido por el teniente coronel San Martín, no detecta a unos etarras que habrían podido matar al almirante en cualquier misa matinal? A López Rodó le sorprende que los servicios de seguridad del Estado «no tuvieran información acerca de una galería subterránea que venía excavándose durante varias semanas bajo una calle por la que pasaba diariamente el presidente del Gobierno... y que los servicios de inteligencia norteamericanos tampoco hubieran detectado una excavación que se realizaba a menos de cien metros días antes de la venida del secretario de Estado, Henry Kissinger».
En el Ministerio de Gobernación mandaba Arias Navarro, candidato del búnker falangista-militar para recuperar la iniciativa. La ultraderecha y el antifranquismo celebraron la muerte del almirante. Los primeros, para alterar el orden sucesorio; los segundos, agradeciendo que ETA acabara con el ogro de las cejas gruesas. Si algo «aceleró» ETA fue la presidencia de Arias Navarro y la ejecución de Puig Antich. - ¿Quién mató a Carrero Blanco? - SERGI DORIA @ABC_CULTURAL