“Mi problema es cómo lo hago para que cada vez que venga mi nieta tenerle dicha parafernalia, justo ahora que el municipio ciudadano anunció que las celebraciones de año nuevo van a ser más austeras en Valpo”.

El año pasado mi nieta, que tenía tres años, vino de visita para mi cumpleaños acá en Valpo; la traía mi hija, obviamente. El cumpleaños del “abuelito” fue inolvidable para ella porque hubo fuegos artificiales en la bahía, lo que capturó su imaginación hasta el día de hoy. El asunto es que mi cumpleaños es el 31 de diciembre y suele coincidir con esa cosa que llaman fiesta de Año Nuevo. Para ella, mi fiesta de cumpleaños ha sido la mejor de todas las que le ha ofertado la familia, que no son pocas. Ahora, cada vez que le mencionan a su abuelito del puerto, irremediablemente, se acuerda de los “colores en el cielo”, como los llama ella. Más aún, siempre que escucha la palabra cumpleaños, clave para cualquier niño, ella tiene como referencia el mío. La vara es alta, además, porque la próxima vez que vino de visita coincidió con las fiestas patrias, y ella preguntó por los fuegos artificiales. Le explicamos que sólo se hacían en Año Nuevo, pero justo, azarosamente, el alcalde de ese entonces, por hacerse el lindo hizo un espectáculo de fuegos de artificio más cortito, porque se avecinaba la justa electoral y aprovechó la ocasión como efecto publicitario. Es decir, en la lectura de mi nieta el abuelito otra vez la recibía con el espectáculo de “cielos de colores”.

Mi problema es cómo lo hago para que cada vez que venga mi nieta tenerle dicha parafernalia, justo ahora que el municipio ciudadano anunció que las celebraciones de año nuevo van a ser más austeras en Valpo. La derecha populista gastó demasiado en el modelo de fiesta kitsch que caracterizaba las celebraciones burbujeantes de antaño. Todo esto no se lo explicaba a mi nieta, sino a mi hija. La estrategia del facismo leninismo de la UDI populachera, consistente, en parte, en el pan y el circo que toda imagen de poder debe proyectar, incluyendo, también, la manipulación clientelista de la población realizada por sus operadores, eso se terminó. De hecho ya no se realizó esa fiestoca a todo trapo que se hacía en la casa de Lord Cochrane, espacio patrimonial que tiene serios problemas estructurales.

A propósito, cahuín aparte, en el nuevo concejo municipal el leninismo clásico del PC está aliado con la UDI, a través del concejal Buskovic, muy alineado con la ultra derecha y con el lameculismo caudillero tradicional. En todo esto hay algo más siniestro que sólo el viejo duopolio concertación y cerdo derecha, hay un tufillo a cochinada política tradicional, sobre todo, creo, por el alineamiento con la empresa portuaria y otros poderes siniestros.

La celebración, esta vez, debía tener un carácter más íntimo y ciudadano. Se le solicitó al mierdaje que suele venir de Stgo que no nos trajera su basura y que no nos dejara la cagada, como suele suceder, porque Valpo no es el patio trasero de Stgo en donde pueden dejar la zorra y borrarse; esto va sobre todo para el pendejerío CTM que tiende a comportarse como el hoyo, pero también para el piscolero triste, levemente clase mediano e inmaduro, que bebe por las calles sin control.

Por esta razón es que en el amanecer del Año Nuevo me tocó, como militante ciudadano, participar de una jornada solidaria para darle un desayuno callejero a los trabajadores y trabajadoras que abnegadamente limpian la ciudad y la dejan presentable post festejos. Es probable que simbólicamente (y materialmente) la basura se convierta en uno de los tópicos clave de la administración ciudadana, porque una ciudad se define a sí misma por lo que hace con su basura (no sé donde leí eso). En ese punto hay que hacer un proyecto modélico. Y de hecho ahora hubo 600 toneladas menos de basura, gracias a la campaña ciudadana, suponemos.

Y siguiendo con el desayuno, como una estrategia de apoyar el proceso ciudadano que vivimos en Valpo, debíamos juntarnos una decena de compañeros y compañeras de distintos grupos que participan del movimiento Valpo Ciudadano. Esto se hizo en Plaza Sotomayor; ahí preparamos los sanguchitos, los cafés y los tecitos (además de queque de pascua). Y pude demostrar la eficacia de mi cortapluma Opinel que siempre me acompaña en este tipo de trances, porque es de una gran eficacia.

Me tuve que levantar a las 5.30 de la madrugada e irme en bici y cruzar varias zonas llenas de zombis (puta, que había gente carreteando) hasta la zona indicada. Tuve que esquivar a una gran horda de borrachos amenazantes. Una vez allá el trabajo solidario fue muy efectivo. Todo esto era en plena calle, nos habíamos conseguido más de cien panes, más el queso y el jamón, además de unas mesitas plegables. Nos pusimos a trabajar en la entrada del edificio del Consejo de la Cultura. Lo paradojal fue que muchos de los que carreteaban preguntaban por el precio de los sanguchitos y el café. El desayuno con los municipales fue a eso de las 8 hrs y fue muy hermoso en su registro afectivo, sobre todo por cómo reaccionaron los trabajadores. Incluso llegó el alcalde ciudadano a compartir con la gente.

Creo que este tipo de acciones debieran ir consolidando un modo de hacer trabajo político, ese que hemos llamado ciudadano, y también promover iniciativas de acumulación de fuerza cívica para enfrentar otros desafíos nacionales. La gente de las otras comunas del país, incluidas las de la capital, debieran generar modelos de trabajo al estilo mesas sectoriales y territoriales de Valpo, con las adaptaciones correspondientes a cada caso, buscando desarrollar y mejorar esa práctica de participación y cogobierno responsable que podríamos llamar the citizen way.
Nota: Y se nos vino la temporada de incendios que inaugura el periodo del municipio ciudadano. Era esperable esta nueva catástrofe que adhiere al nuevo proceso, con el irremediable efecto conspirativo que tiene la vulnerabilidad endémica del territorio.