Ahora que explicar o inventar chistes en este país se ha convertido en un deporte de riesgo, va Don José María Aznar López y nos cuenta un chiste muy malo, o mo lo és es oírle decir que todo lo hacía por el interés de España cuando, más allá de la Gürtel o la invasión de Irak, el último chiste es que supuestamente privatizaron las grandes empresas públicas y, además de poner al frente a unos cuantos amigos, Rato ponía la bolsa para, según explica la Guardia Civil, facturarlos millones de euros a través de un entramado de empresas familiares, unos dineros que luego  no declaraba a Hacienda.

Aznar que posaba en la foto de las Azores, la foto de la que no sólo no se arrepiente sinó que se siente muy orgullosos de ella, apareció también disfrazado de Rodrigo Díaz de Vivar, “el Cid”, pero tuvo a otro Rodrigo, el del “milagro español”, el que multiplicaba el pan de los españoles en forma de millones que se metía a la bolsa. Por aquel esquilmador cepillo también pasaron, la Telefónica de Villalonga, la Tabacalera de Alierta, el BBVA de Francisco González o la Endesa de Pizarro. Por cierto, la eléctrica que pagó la cifra más alta y enchufó también después al propio Aznar. 

Estos tejemanejes mamporreros indignan al personal, y que permanezcan impunes aún más. Pero aquí, lo malo es contar chistes. Y si son sobre el franquismo, ya has pringao. Por eso, si tanto molestaba la indignación, solo faltaba que dejásemos también de reírnos. Con lo que nos gusta reírnos de nuestras miserias. Y bien que lo saben los guardianes de la rancia españolidad. Como diria Mohamed Jordi, se rien y encima se nos mean en la boca. Tenemos que seguir riéndonos, contando chistes de Carreros, Blancos o Negros, aunque solo sea porque sinó el miedo sería un síntoma de que nos están ganando la batalla mientras ponemos la otra mejilla y ellos continúan con su impunidad de saqueadores.