Hay un principio en Derecho que asegura que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento. Queda mejor en latín, Ignorantia juris non excusat, porque el latín es un idioma aúreo y extinto donde cualquier frase suena a obituario. Por ejemplo, Juego de tronos habría resultado mucho mejor si la hubieran rodado en latín y los Lannister y los Stark fuesen los Flavios y los Antoninos. Sin embargo, como sucede con muchos otros latinajos (Cogito, ergo sum; Lex dura sed lex; In medium virtus; Carpe diem), en nuestro sistema judicial la frase no tiene más valor que el ornamental, especialmente cuando se aplica a especímenes de alto voltaje tales como infantas, maridos de infantas, presidentes del gobierno o futbolistas gloriosos.

Por ejemplo, la semana pasada, en su comparecencia en calidad de testigo en el caso Gürtel, Mariano afirmó que ignoraba por completo que la financiación de muchas campañas del PP funcionaba más o menos igual que la economía de la familia Corleone. En concreto, Mariano insistió varias veces en que él se dedicaba sólo a la política y desconocía absolutamente los pormenores crematísticos de la campaña a las elecciones generales del 2000. Sin embargo, el periodista, sociólogo y colaborador de Público, Emilio Silva ha detallado en su blog que el presidente del gobierno pudo haber incurrido en un delito ante el tribunal, puesto que, según informaciones recogidas en diversos diarios por esas fechas, conocía de sobra los presupuestos de dicha campaña. Todo esto tampoco va a ningún sitio, ya que, en el muy improbable caso de que a la Fiscalía se le ocurriera llamar de nuevo a Mariano a declarar sobre este punto, lo más seguro es que él respondiera que desconocía que lo conociera.

La incultura legal de estos personajes tan encumbrados resulta absoluta y enciclopédica. Siguiendo el ejemplo, Urdangarín ha interpuesto ante el Supremo un recurso de casación por la sentencia que lo condena por varios delitos de prevaricación, malversación, fraude y tráfico de influencias, alegando que él actuaba únicamente como “mediador sin conocimientos de Derecho Administrativo” y “con la conciencia de que todo se hacía correcta y legalmente”. Lo cual resulta tan penoso como si un ladrón o un homicida se disculpasen planteando que ignoraban esa línea del Código Penal por el cual está prohibido atracar bancos o descuartizar a hachazos a una señora. En su escrito, Urdangarín se presenta a sí mismo como un “amigable componedor”, el mejor eufemismo que se haya oído ante un tribunal en décadas.

No menos llamativa es la declaración de analfabetismo fiscal de Cristiano Ronaldo, quien siguió el estilo presidencial al asegurar que él confiaba en sus asesores y no tenía ni pajolera idea de cómo funciona la Hacienda española. “Si no fuese Cristiano Ronaldo, no estaría aquí” le espetó a la jueza, quien tuvo el detalle de no recordarle que, si cualquier ciudadano de a pie fuese acusado de fraude fiscal por casi quince millones de euros, ya estaría en chirona. En su cuenta de Instagram, Cristiano ha publicado una foto en la que aparece refulgiendo en su propio esplendor: “A la gente le molesta mi brillo, ¡los insectos sólo atacan a las lámparas que brillan!” Alguien debería explicarle que los insectos no atacan sino que se sienten atraídos por la luz, igual que por la mierda. La frase en latín que más le cuadra a Cristiano es Panem et circenses.

PUNTO DE FISIÓN - DAVID TORRES
Los hombres que desconocían demasiado
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