ABSORTO

Absorto hojeo el periódico mientras me como un croissant y bebo un nespresso. Impunemente me invaden las noticias que cansadamente repite cada día el rotativo de turno, todo lo absorbe el proceso en este día de la marmota que se alarga. De vez en cuando un elemento nuevo se incorpora uno, dos o tres días como mucho y desaparece engullido por la noticia siguiente. Los inmigrantes, el tercer mundo ya no son noticia, no se en habla. Han dejado de existir para la mayoría de nosotros.


De hecho, si hablamos, nos limitamos a pontificar, que es lo más fácil, a ser posible con el estómago lleno y una cerveza en la mano, desde la barra del bar o la comodidad del sofá; tranquilizamos nuestra conciencia con cuotas a oenegés que mensualmente nos carga el banco, divagamos perdidos en medio de palabras vacías y algún que otro eufemismo, o justificamos esta carencia con medias verdades, excusas de mal pagador, o escondemos la cabeza bajo el ala cual un avestruz cobarde, dando siempre la culpa de todo a los demás, por supuesto.
Ahora mismo ha muerto alguien en algún lugar de una muerte que no tocaba, no tiene rostro, nombre, raza ni edad, pero posiblemente habría sido posible si fuéramos más conscientes y solidarios, evitarlo.
Al tercer mundo, le hemos puesto bastante más que un doble cristal para aislar seleccionados, mientras nos llenamos la boca de hipócrita y compasiva solidaridad.

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