Un nuevo reto nacido en las redes sociales está creando inquietud entre madres , padres y cuerpos y fuerzas de seguridad. Se trata del Desafío 48 horas, una propuesta que anima a los menores a abandonar sus domicilios y desaparecer dos días sin dejar rastro. Durante ese periodo no pueden contactar con familia, conocidos ni amigos. Prohibido dar señales de vida. Así que la angustia en el entorno de esos adolescentes está asegurada.
La voz de alarma ha saltado en Irlanda, donde las últimas semanas se han denunciado varios casos de desapariciones de menores. El diario The Independent publicaba días atrás el angustioso relato de una mujer de Irlanda del Norte que perdió el rastro de su hija durante 55 horas. Fue localizada por la Policía a 50 kilómetros de su casa y al preguntarle el motivo de esa ausencia la niña, de 14 años, dijo que estaba jugando al Desafío 48 horas. La madre de la menor, que llegó a barajar la posibilidad de un secuestro, violación o asesinato, relata en esa entrevista que su hija no mostró ningún signo de arrepentimiento y que aún hoy está convencida de que no ha hecho nada malo. Simplemente se dejó llevar, como si eso fuera lo más normal de este mundo, por las tendencias que corren por las redes sociales.

El nuevo fenómeno (llamarlo juego, como en el caso de la Ballena Azul, sería un error) empieza a atrapar a muchos niños y niñas y adolescentes en todo el mundo. ¿Qué se gana con el desafío?, ¿hay premio? Sí. Cada vez que se publica una reseña en las redes sociales sobre la desaparición del menor (hoy es muy normal utilizar canales como Facebook o Twitter para pedir ayuda) el protagonista de la historia suma puntos en su cuenta personal. Cuantas más reseñas, mayor reputación en el mundo virtual.
El nuevo desafío que anima a los menores a desaparecer de sus casas recuerda a otro fenómeno muy parecido nacido también hace unos tres años en esas mismas redes sociales. Fue bautizado como el Juego de las 72 y la propuesta era ausentarse del entorno familiar sin dejar pistas ni rastro durante tres días. En esta ocasión la alerta sobre ese desafío saltó en Francia donde la policía acabó movilizada por la inesperada desaparición de varios adolescentes, que después regresaban a su casa como si nada hubiese ocurrido. En Latinoamérica se detectó un fenómeno parecido en 2013 que hizo saltar todas las alarmas. En este caso los menores invitados a desaparecer de sus casas sin dejar pistas no podían tener más de 14 años.

El problema, en estos casos, es que muchas madres y padres desconocen el uso que sus hijos hacen de las redes sociales. Y a edades tempranas, coinciden expertos en conducta infantil, es muy fácil caer en este tipo de trampas. Quedó demostrado con el fenómeno la Ballena Azul, que animaba a los menores a superar medio centenar de pruebas (algunas incluían autolesiones) hasta llegar al suicidio. Y ahora ha vuelto a quedar patente con este desafío que plantea una desaparición como un juego para ganar puntos y aumentar el prestigio en el escaparate de las redes sociales.

Pero la Ballena Azul y el Desafío 48 horas no son los únicos retos auspiciados en ese mundo virtual que ponen en riesgo a menores. En esta lista destacan otros mal denominados juegos como el Shocking Game, que consiste en inducir un desmayo mediante una asfixia intencionada o el Salt And Ice Challenge, que anima a provocarse quemaduras en la piel con la reacción química provocada por la combinación de hielo y sal. Otras apuestas entre adolescentes que suman muchos seguidores en las redes son el Huffing, aspirar vapores de sustancias químicas como pegamento o aerosoles o el Plaking, fotografiarse boca abajo en escenarios con riesgo de caída. También triunfa en las redes el Aliento del Dragón, ingerir una cucharada de canela en polvo sin agua para expulsarla a través de la nariz o el Train Surfing, reto que propone practicar surfing en el techo de trenes en marcha y saltar entre los vagones. El Muelle, una práctica sexual de riesgo realizada en grupo o el Mumblety Peg, clavar un cuchillo lo más rápidamente posible entre los dedos, cierran esta lista de retos descabellados.
Quizás si que se está adoctrinando mal a los niños en la escuela, a los niños y los padres, todos estos retos, del primero al ultimo son sólo los síntomas de la enfermedad de una sociedad entera, la banalidad exhibicionista producto del aburrimiento y la falta total de valores. Iran a más y es muy difícil evitarlos, la enfermedad está enquistada y cada vez más extendida, no sólo entre los menores y adolescentes, también en sus progenitores. Es el futuro próximo, la sociedad banal e idiotizada