ESPEJISMO


Este domingo pasado salí con la bicicleta, hacía días que no lo hacía, con el tiempo me he vuelto cada vez más cómodo y hasta que no diviso buen tiempo no salgo (ni demasiado frío ni demasiado calor), dejémoslo en que no tengo ganas de pasar frío o calor sin necesidad.
En esto de ir en bicicleta debo decir que no batiré nunca ningún récord de velocidad, pues voy muy despacio, distraído y curioseando el paisaje, hasta extremos que se diría que un día voy a caer de la bici dada la lenta cadencia del pedaleo, como si de aquellos cuadros victorianos con aquellas damas en bicicleta por el campo se tratara.
Me gusta observar cómo va cambiando el paisaje e incluso tengo la costumbre de fotografiar el mismo lugar diferentes épocas del año para observar los cambios, como es el caso de la fotografía que encabeza este texto. Justo aquí, es donde me detuve a desayunar este pasado domingo, mientras observaba la naturaleza que me rodeaba.
El sol acababa de sacar la nariz por encima de los árboles y caía sobre los pinos delante de mí. No había la ligera neblina que se produce al haber humedad, pero siempre se produce una ligera reverberación en la salida del sol sobre el paisaje que provoca los rayos de luz atravesando las nubes. Reconozco que me ensimismo ante la naturaleza, no lo puedo evitar, me tiene fascinado. Todo está perfectamente estructurado y tiene un sentido concreto, no hay nada que sobre ni que falte, incluso nosotros como elemento distorsionante podemos llegar a encajar dentro del paisaje. Cada árbol, cada hierba, cada flor, cada insecto o pedazo de tierra tiene una función diseñada exactamente para crear un todo imperfectamente armónico. Esta pequeña maravilla que es la naturaleza al despertar de viejo nuevo cada día siempre me sorprende, y a menudo me hace dudar. No puede ser todo esto producto de la casualidad, ni siquiera de la causalidad. Debe haber un creador (no Dios, ni Alá, ni no se quien. Seamos serios) Alguien o algo que ha decidido crear todo esta equilibrada y sofisticada puesta en escena que con nosotros incluidos es la naturaleza. Desde la sencilla complejidad de una flor a la sofisticación de un cuerpo como el nuestro, hay un conjunto perfectamente estructurado que se complementa. No puede ser casualidad ni causalidad la belleza de un ave al arrancar el vuelo ante mí y levantarse majestuosa recortándose en el cielo azul. Pero todo ello fue un espejismo, un ruido ensordecedor me sacó de mi platónica abstracción, un elemento que no encajaba nada en esta imagen idílica que me estaba forjando. Tres motos de cross a toda pastilla me hicieron volver de golpe a la tierra.

Ya ni el bosque puede ensimismarse uno.

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