LUNES CÓSMICO


Esta vez va en serio: mañana es el fin del mundo. Sí, ya sé que lo he anunciado muchas veces, pero ara va de bo, que para los que no lo entiendan quiere decir agárrate que vienen curvas.
Mañana se hará público un anuncio sin precedentes largamente esperado y celosamente guardado. Aunque gracias a filtraciones interesadas hemos podido enterarnos de algunas cosas, por ejemplo de que puede tratarse de la colisión de dos estrellonas. Ya se ve que la cosa va de contrarios, porque lo han captado dos aparatos llamado Ligo y Virgo, un oxímoron, dos conceptos que no van juntos a menos que algo se tuerza antes de su materialización. El descubrimiento parece que es la leche porque abre la puerta a un nuevo concepto de la astrofísica llamada los multimensajeros, que me siento incapaz de explicarles aunque ya lo he leído varias veces.

Para mí que en realidad se trata de un anuncio encriptado. Porque a ver, piensen un poco, que todo me lo dejan a mí: ¿a qué les suena comunicado extraordinario, secreto bien guardado y colisión de las gordas entre dos ondas con sus correspondientes gravitaciones, vamos, los que giran alrededor de ellas, que son muchos y no siempre tiran en la misma dirección? Bingo. Y por si fuera poco, ¿eso de los multimensajeros no les recuerda a los multimediadores que supuestamente van a impedir que todos, ondas y gravitantes, nos convirtamos en agujero negro.

Yo lo tengo muy claro, el anuncio de mañana no va de astronomía como nos quieren vender. Va de otra cosa. De algo mucho menos cósmico aunque nos creamos que es la monda. Porque párense un momento, pongan en marcha el cerebro y piensen qué representamos no ya en la historia del universo, sino del tiempo mismamente. Nos creemos los amos del mundo pero este sigue girando ajeno a nosotros y así seguirá siendo. ¿No debería este descubrimiento, sin duda infinitésimamente más modesto que el anterior pero mucho más relevante para nuestro día a día, hacernos un poquito más modestos? Estamos en octubre y nos cocemos tanto como las setas con calor y sin lluvia, pero eso en cambio no saca a nadie a la calle. Realmente como especie somos un caso.

Propongo que antes de que el tiempo se acabe y acabemos reducidos a polvo de estrellas creemos universos paralelos en los que seguir yendo cada uno a la suya como hacemos ahora. Unos independientes y otros bien unidos, con una pasarela para ir de uno a otro según la onda con que nos levantemos. No debería resultar muy difícil, mi gato tres patas dice que ya vivimos en universos paralelos aunque estemos unos al lado de los otros, independentistas, unionistas y todo lo contrario, que son los que mejor me caen porque reciben por todos lados.

Si ya funcionamos en paralelo, sin oír lo que dice el otro ni llegar nunca a rozarnos con él, poco nos puede enseñar ya la astrofísica. Mal asunto, porque lo del polvo enamorado sólo funciona como poesía, y la realidad tiene bien poco de poética.

ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN 
lavanguardia.com

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