Es un clásico en psicología el planteamiento que los grupos, las masas, tienen un funcionamiento mucho más primitivo e irracional que el que tienen las personas una a una, individualmente, que se considera que tienden a comportarse de manera más lógica y analítica. Pues bien, esta diferenciación está saltando por los aires en la sociedad actual en la que la distancia entre el individuo y el grupo, es cada vez menor, cada vez hay menos intimidad. Mediante el whatsapp, de las redes sociales, de la permanente recepción de información desde nuestros grupos de referencia, cada vez estamos más inmersos en el grupo. Esto lo hemos vivido en Catalunya de manera intensísima estas últimas semanas.
Y si por fin tenemos un momento para estar con nosotros mismos y poder pensar por nuestra cuenta y riesgo, la característica de invasividad que tienen las redes sociales nos impide realmente saber qué sentimos o qué pensamos sobre la realidad, en este caso, el Proceso. Vivimos en un contexto en el que hay una interrupción sistemática y continua de la cadena del pensamiento, el curso del pensamiento, algo fundamental para realizar mínimamente bien cualquier análisis, cualquier valoración de la realidad, y más si es una realidad compleja, como en este caso. No es extraño que en este contexto, la venta de libros haya caído un 20%, como nos están señalando las librerías. Todo ello, desde todos los puntos de vista, recuerda los funcionamientos sectarios, estructurados para romper la resistencia a la crítica del individuo, para controlar su mente, conseguir que no salga de la burbuja. ¡Y pobre del disidente!
Además, en la sociedad del siglo XXI se nos ha adoctrinado insistentemente en la idea de que la emoción y la intuición son las mejores guías de nuestra conducta y que la razón es una antigualla, un poco pasada de moda, que ya hoy no se lleva, y que además requiere esfuerzo. Y en relación al Proceso no es extraño oír a personas que te dicen que todo este tema les produce una gran emoción, "les pone" y que si así se encuentran muy a gusto no tienen por qué plantearse nada más. Están viviendo al máximo esta "experiencia". Su guía es la emoción, el resto es secundario.
No es fácil para nadie pensar en medio de esta avalancha de presiones emocionales, en un contexto con frecuencia, desde todos los lados, de informaciones sesgadas, postverdades cuando no directamente mentiras, videos llamados, intoxicaciones, e informaciones convertidas en reality shows. Todo ello en el marco de un modelo social narcisista, en el que el lenguaje se basa en hablar de humillaciones, ofensas, ultrajes, orgullo...
En cualquier caso, como era de esperar, este tsunami de emociones también ha comportado que muchas personas lo estén pasando mal, se encuentren enfadadas, asustadas, tristes, frustradas, ante tantos conflictos personales, tantas tensiones y tanta manipulación. Y también ha habido muchas personas que han tenido que pedir ayuda psiquiátrica, incluso conozco algún caso que ha acabado en el mismo manicomio.
Psicología de masas en el siglo XXi, por: Joseba Achotegui. Psiquiatra. Psicoterapeuta. Secretario General de la Sección de Psiquiatría Transcultural de la Asociación Mundial de Psiquiatría y profesor titular de la Universidad de Barcelona. - publico.es
Añadiría a esta lúcida reflexión, que las revueltas no se hacen con sonrisas, si se quieren ganar tienen que hacerse con el cuchillo entre los dientes y suele haber víctimas civiles, que es lo que entiendo ha querido evitar el President Puigdemont huyendo en Bruselas.
Y si por fin tenemos un momento para estar con nosotros mismos y poder pensar por nuestra cuenta y riesgo, la característica de invasividad que tienen las redes sociales nos impide realmente saber qué sentimos o qué pensamos sobre la realidad, en este caso, el Proceso. Vivimos en un contexto en el que hay una interrupción sistemática y continua de la cadena del pensamiento, el curso del pensamiento, algo fundamental para realizar mínimamente bien cualquier análisis, cualquier valoración de la realidad, y más si es una realidad compleja, como en este caso. No es extraño que en este contexto, la venta de libros haya caído un 20%, como nos están señalando las librerías. Todo ello, desde todos los puntos de vista, recuerda los funcionamientos sectarios, estructurados para romper la resistencia a la crítica del individuo, para controlar su mente, conseguir que no salga de la burbuja. ¡Y pobre del disidente!
Además, en la sociedad del siglo XXI se nos ha adoctrinado insistentemente en la idea de que la emoción y la intuición son las mejores guías de nuestra conducta y que la razón es una antigualla, un poco pasada de moda, que ya hoy no se lleva, y que además requiere esfuerzo. Y en relación al Proceso no es extraño oír a personas que te dicen que todo este tema les produce una gran emoción, "les pone" y que si así se encuentran muy a gusto no tienen por qué plantearse nada más. Están viviendo al máximo esta "experiencia". Su guía es la emoción, el resto es secundario.
No es fácil para nadie pensar en medio de esta avalancha de presiones emocionales, en un contexto con frecuencia, desde todos los lados, de informaciones sesgadas, postverdades cuando no directamente mentiras, videos llamados, intoxicaciones, e informaciones convertidas en reality shows. Todo ello en el marco de un modelo social narcisista, en el que el lenguaje se basa en hablar de humillaciones, ofensas, ultrajes, orgullo...
En cualquier caso, como era de esperar, este tsunami de emociones también ha comportado que muchas personas lo estén pasando mal, se encuentren enfadadas, asustadas, tristes, frustradas, ante tantos conflictos personales, tantas tensiones y tanta manipulación. Y también ha habido muchas personas que han tenido que pedir ayuda psiquiátrica, incluso conozco algún caso que ha acabado en el mismo manicomio.
Psicología de masas en el siglo XXi, por: Joseba Achotegui. Psiquiatra. Psicoterapeuta. Secretario General de la Sección de Psiquiatría Transcultural de la Asociación Mundial de Psiquiatría y profesor titular de la Universidad de Barcelona. - publico.es
Añadiría a esta lúcida reflexión, que las revueltas no se hacen con sonrisas, si se quieren ganar tienen que hacerse con el cuchillo entre los dientes y suele haber víctimas civiles, que es lo que entiendo ha querido evitar el President Puigdemont huyendo en Bruselas.
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