A pesar de los cánticos de ultras y nacionalistas exacerbados que Catalunya es España, es una obviedad obvia que no es así, si acaso Cataluña es de España, pero no es España, entre otras cuestiones históricas está el hecho de que Cataluña ya era cuando España aún no existia como tal. Dicho esto que en el fondo no es importante, al menos para mí, pues no he tenido nunca el sentido de pertenencia a ninguna parte, ni he sido hombre de patrias ni banderas, sino un hombre de paso, y haya estado donde haya sido siempre me he considerado un extranjero o como diría Jabes un viajero en tránsito. Y eso me permite contemplar con cierto distanciamiento el mundo de los nacionalismos en lucha (el español y el catalán) ambos igual de excluyentes, totalitarios, sectarios y torpes.
Ahora ha surgido o resurgido en Catalunya con un revanchismo propiciado por los últimos eventos, el nacionalismo español escondido, o un poco asustado ante el nacionalismo catalán, del nacionalismo real, este 20%, que es tanto o más excluyente, torpe, sectario e insultante que el español. Este nacionalismo cumbayá, utópico, de hitos inalcanzables, empeñado en llegar a una Itaca inexistente, un nacionalismo radical, que señala al otro, que insulta y menosprecia, y que ahora está desconcertado y asustado, pues ha descubierto que el otro nacionalismo, aquel que despreciaba, que no tenía para nada, es más fuerte, más listo y más hábil que ellos, y que además tiene la fuerza del Estado tras él, el estado y la ley, una ley que mangonea y manipula como quiere y lo adapta a su medida, de acuerdo, pero lo hace porque puede, y punto.
Aparte de este 20% de nacionalistas, en Cataluña hay un 28% que es el independentismo que en su día taché de emocional, pero que también le podríamos etiquetar de ocasional, producto de la crisis, y unas circunstancias determinadas que ha confluido hasta llegar a casi el 50% en su conjunto. Pero esto no es suficiente, y cuando los responsables del Gobierno, se han saltado la ley, se han petado la Constitución, y lo han hecho de una manera consciente y premeditada, es lógico que el rival, se aproveche y los lleve a todos ante la Justicia, bien, a todos los que hay en la península. De hecho los juzgarán con unas leyes que ellos mismos en el caso de la extinta Ciu, propiciaron y votaron en el Parlamento, y es que no acabo de entender a que han jugado y como han sido tan irresponsables e inconscientes. Si quieres hacer la revolución, no es suficiente tener la razón como fuerza, ni con las sonrisas tampoco, debes tener la fuerza, la física se entiende, y en vez de sonrisas, en la boca debes llevar un cuchillo. El Gobierno tenía este cuchillo, de hecho tenía 16 mil, pero no ha sabido, no ha querido o no ha podido utilizarlos, o tal vez ha querido evitar que corra la sangre por las calles, pero es que no hay otra manera de hacer una revolución, y éstos se han quedado a medio camino entre el todo y la nada, y ahora les caerán las hostias por todos lados, a ellos y a los ciudadanos de Catalunya de rebote también.
En estos elecciones del 21-D, no debería presentarse ninguno de estos salvapatrias de opereta, de hecho no creo que les dejen presentar a los demás, y tengase en cuenta que estos chapuceros del Gobierno, lo que han conseguido, es llevar a cabo el viejo sueño húmedo de Franco y de sus sucesores en el PP, acabar de raíz con la independencia de Cataluña. En lugar de acabar con la Constitución del 78 que lo soporta todo, han acabado con la república no nata, la más corta y peripatética de la historia. Peor no lo podían haber hecho, y quizás sería llegada la hora de pedir perdón a toda la gente de buena fe a la que han engañado a conciencia durante todos estos años.

Dicen que la historia no se repite pero a veces se parece mucho a ella misma y 300 años más tarde ya tenemos a nuestro Rafael de Casanova, y no sólo Santi Vila, hay más como él, aunque al menos en 1714 lucharon contra el enemigo a pesar de perder, que ahora ni eso. Es el resumen de la historia de Catalunya, de derrota en derrota hasta la derrota final.