En esta crítica a la utilización del término “presos políticos” para definir a los Jordis, así como a los miembros del gobierno catalán, se confunden, sin embargo, varios hechos que deben diferenciarse. Que los ingresados en prisión puedan definirse como prisioneros políticos no depende de la similitud del régimen actual con el anterior. Que pueda utilizarse este término o no depende única y exclusivamente de si el encarcelamiento responde a causas políticas o no y, en este caso, es difícil de sostener que tanto la motivación del encarcelamiento como la manera como se realizó no fueran políticas. La rapidez del enjuiciamiento, la clara falta de proporcionalidad al aplicar una sanción de prisión preventiva, así como el propio comportamiento de los jueces y fiscales que emitieron las órdenes de encarcelamiento son claramente políticos, realizados por aparatos del Estado profundamente conservadores, hostiles a la causa política de los encarcelados.
Los aparatos del Estado, el policial y el judicial, que han llevado a cabo tal encarcelamiento son instancias politizadas en extremo en España, aparatos que además son parte de un Estado que no se construyó sobre la ruptura con el anterior, sino sobre la continuidad de muchos de sus aparatos, los cuales continuaron reproduciendo una cultura heredada del régimen anterior. Decir esto no quiere decir que tal cultura sea una mera reproducción de la existente durante la dictadura. Basta que la actual tenga muchos elementos semejantes con la anterior (como su visión uninacional y autoritaria del Estado) para justificar su definición como heredera de la cultura franquista. En realidad, dicha cultura franquista es lo que también explica la utilización de la policía política para destruir a los adversarios de los partidos soberanistas. Basta comparar la enorme tolerancia hacia estas claras intervenciones políticas del sistema judicial, con la extraña rapidez y contundencia hacia los dirigentes independentistas. Negar que estas últimas acciones responden a causas políticas es absurdo. Que los Jordis y los consellers encarcelados son presos políticos es una obviedad, reconocida fuera de España pero negada en este país por una especie de “patriotismo” españolista mal entendido que considera patriótico cubrir las desvergüenzas del país.
LA DESMEMORIA HISTÓRICA DE LOS NACIONALISTAS ESPAÑOLES Y TAMBIÉN DE LOS INDEPENDENTISTAS CATALANES - VicençNavarro
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