Esta sociedad de necesidades insatisfechas, generadora de angustias y frustraciones, requiere una gran dosis de técnicas persuasivas para imponer su sistema de valores. A través de ellas se determina la manera en que los individuos ocupan su tiempo, sobre todo el tiempo libre. La distracción de los problemas cotidianos mediante el entretenimiento se ha convertido hoy en día en una de las principales industrias de la llamada "sociedad libre de mercado".
Aldous Huxley, en 'Un mundo feliz', parte de la tesis de que la demanda humana de distracciones es ilimitada, y describe el control de una sociedad a través del placer y el entretenimiento. Los integrantes de esta sociedad reciben tal cúmulo de informaciones que sólo pueden defender de ellas con la pasividad.
El entretenimiento y la distracción nos ponen en contacto con lo que no tenemos y, por tanto, deseamos: gente rica y guapa, países exóticos, casas y vidas suntuosas, agraciados con golpes de suerte en la lotería y en los concursos, etc. etc. Y también, claro están con las cosas desagradables y negativas. Si se miran de cerca, las desgracias y catástrofes, hambre y guerras, sufrimientos y muertes, pasan siempre a los demás y en otros lugares, a otros grupos sociales y en otros países o continentes, a los marginados de todo tipo, etc. ¿Y para quien no es placentero contemplar en la pequeña pantalla como los malos ceban en los demás, desde la seguridad que ofrecen las cuatro paredes del hogar, sentado en el sofá debidamente protegido por una puerta blindada? esta pequeña ventana nos permite asomarnos al devenir mundial y recibir tantas informaciones fragmentadas que nos creemos bien informados y de vuelta de todo.
Por lo tanto, uno no siente la necesidad de intervenir para solucionar los problemas cotidianos con los demás. incluso se puede tener una conciencia limpia, ya que uno se preocupa, se informa, está al día, incluso puede tener toda clase de ideas sobre lo que podría hacerse para acabar de una vez con la miseria humana. pero se mantiene aislado ante el televisor o el vídeo. O sea que nos quedamos en el hecho impúdico del gesto, y basta.
A qué preocuparse tanto? Como si no fueran suficientes los problemas propios en el trabajo, la presión constante de los jefes, la insolidaridad de los compañeros, la incertidumbre del día a día, el fútbol, etc. etc.
El escritor norteamericano Neil Postman señala en su libro Divertirse hasta morir, que el entretenimiento se ha convertido en el rasgo distintivo de la cultura cotidiana de los Estados Unidos y, por extensión, de todo Occidente, creando una sociedad nihilista y hedonista, una sociedad vacua, vacía, sin sentido.
El entretenimiento y la distracción nos ponen en contacto con lo que no tenemos y, por tanto, deseamos: gente rica y guapa, países exóticos, casas y vidas suntuosas, agraciados con golpes de suerte en la lotería y en los concursos, etc. etc. Y también, claro están con las cosas desagradables y negativas. Si se miran de cerca, las desgracias y catástrofes, hambre y guerras, sufrimientos y muertes, pasan siempre a los demás y en otros lugares, a otros grupos sociales y en otros países o continentes, a los marginados de todo tipo, etc. ¿Y para quien no es placentero contemplar en la pequeña pantalla como los malos ceban en los demás, desde la seguridad que ofrecen las cuatro paredes del hogar, sentado en el sofá debidamente protegido por una puerta blindada? esta pequeña ventana nos permite asomarnos al devenir mundial y recibir tantas informaciones fragmentadas que nos creemos bien informados y de vuelta de todo.
Por lo tanto, uno no siente la necesidad de intervenir para solucionar los problemas cotidianos con los demás. incluso se puede tener una conciencia limpia, ya que uno se preocupa, se informa, está al día, incluso puede tener toda clase de ideas sobre lo que podría hacerse para acabar de una vez con la miseria humana. pero se mantiene aislado ante el televisor o el vídeo. O sea que nos quedamos en el hecho impúdico del gesto, y basta.
A qué preocuparse tanto? Como si no fueran suficientes los problemas propios en el trabajo, la presión constante de los jefes, la insolidaridad de los compañeros, la incertidumbre del día a día, el fútbol, etc. etc.
El escritor norteamericano Neil Postman señala en su libro Divertirse hasta morir, que el entretenimiento se ha convertido en el rasgo distintivo de la cultura cotidiana de los Estados Unidos y, por extensión, de todo Occidente, creando una sociedad nihilista y hedonista, una sociedad vacua, vacía, sin sentido.
- "Lo que Orwell temía eran aquellos que prohibirían los libros. Lo que Huxley temía era que no habría ninguna razón para prohibir un libro, porque no habría nadie que quisiera leer cabeza. Orwell temía que la verdad se nos escondería. Huxley temía que la verdad se ahogaría en un mar de irrelevancia ". Y Huxley tenía toda la razón
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