Existe probablemente una impresión de fractura social superior a la que realmente está experimentando la sociedad catalana en muchos ámbitos no directamente políticos - Grup Pròleg

Catalunya ha vivido, vive aún, un periodo de alta tensión, de esperanzas y enfrentamientos, de desafíos y conflictos. Como todo tiempo de revisión profunda de la vida social, hay una especie de efervescencia, una pasión en los debates, que no es habitual entre nosotros, pero que ahora se ha impuesto con gran fuerza. El proceso independentista es tan apasionado que prácticamente ha monopolizado la atención pública durante los últimos siete años; ha absorbido gran parte de la energía social que habitualmente se dedica a la evolución y mejora de diversos aspectos de la vida pública y ha polarizado las opiniones hasta convertirse en el gran tema único o muy predominante en nuestra vida colectiva.
Nos encontramos en un momento delicado a nivel mundial: estamos asistiendo a liderazgos europeos en los que se reutilizan viejas ideas de la extrema derecha, y ello exige que nos preguntemos que es lo que está pasando, como están evolucionando los panoramas políticos y como ello nos afecta, en una Catalunya que ha abordado este tiempo con una agenda propia, diferente de la mayoría de países.
Indudablemente hay una situación de fondo que, de un modo u otro, repercute en todos, porque se deriva del crecimiento brutal de las desigualdades de los diversos grupos sociales, y ello provoca un desconcierto y un malestar que probablemente se hallan también en la base de la reivindicación catalana. En cualquier caso, la respuesta que se ha originado en Catalunya a las diversas crisis que se están viviendo es original y específica, y no queda claro cómo repercute en el conjunto de instituciones de la sociedad civil, un tejido muy rico de nuestra sociedad que, en gran parte, ha sido la base de la cohesión social existente en toda la etapa democrática anterior a la crisis.
Desde el Grup Pròleg, creado precisamente para tratar de comprender la situación existente y establecer puentes de diálogo dentro de la sociedad catalana, nos hemos preguntado por la incidencia que el proceso independentista ha tenido sobre las instituciones de la sociedad civil, instituciones que son transversales y que reúnen a una población muy diferenciada. ¿Cómo les ha influido el movimiento independentista? ¿ha debilitado su cohesión interna, su capacidad de acción, o, por el contrario, las ha reforzado, y en qué sentido? Estas son las preguntas que formulamos, unos días atrás, a tres mujeres representantes de tres instituciones fundamentales para el buen funcionamiento de la sociedad: Comisiones Obreras, la Federación de Asociaciones de Vecinos y Vecinas y la Federación de movimientos de renovación pedagógica. Tres instituciones que en muchos momentos han sido decisivas para avanzar en las formas de participación y democratización de los ámbitos que representan.
Sus respuestas fueron muy interesantes; hubo un elemento común: en los tres casos el proceso independentista afectó al funcionamiento de las asociaciones de las que forman parte, y ha originado algunos conflictos. Sin embargo, los enfrentamientos que han podido surgir han sido generalmente de tono menor. Es decir, estas instituciones, que realizan tareas muy concretas, que se ocupan de la defensa de los trabajadores, de los barrios o del profesorado y las escuelas, han seguido haciendo su trabajo en los ámbitos correspondientes, concentrándose en sus objetivos propios y tratando de no ser absorbidas por el conflicto político.
En este sentido hemos podido llegar a una primera conclusión; los conflictos y los enfrentamientos han sido menores en estas instituciones que en el conjunto de la sociedad. Existe probablemente una impresión de fractura social superior a la que realmente está experimentando la sociedad catalana en muchos ámbitos no directamente políticos.
Veamos algunas particularidades. CCOO es una organización que ha analizado las opiniones políticas de sus afiliados y ha constatado que las preferencias están repartidas entre partidarios de la independencia y partidarios de mantener a Catalunya en España. No se detecta una tendencia acentuada en una u otra dirección, y por ello han surgido conflictos en algunos momentos. Pero se ha mantenido la cohesión en torno a la defensa de los trabajadores y trabajadoras, y en el acuerdo de no participar en huelgas que no tengan como eje central el mundo del trabajo. Se han producido algunas bajas, sobre todo por parte de personas jubiladas o que no están directamente vinculadas al mundo laboral. Sin embargo, el intento por parte de CC OO de crear espacios unitarios, de confluencia entre ambas tendencias, no ha tenido éxito. Es decir, las fracturas han sido evitadas gracias a un considerable esfuerzo, a tener en cuenta todas las tendencias, y ello ha permitido seguir trabajando en la línea sindical, pero no llegar a posiciones comunes en relación al encaje de Catalunya y España.
La FAVB presenta un panorama similar. En los últimos tiempos su acción ha estado muy vinculada a tareas muy concretas, como la defensa de la vivienda, cada vez más difícil dado el aumento de precios que se ha producido tanto en la compra como en el alquiler, especialmente, en Barcelona, y en los problemas vinculados a la defensa del espacio público (modificación de la ordenanza de terrazas) o de participación (impugnación del Plenario del Ayuntamiento que votó en contra de la multiconsulta).
Las asociaciones de vecinos han tratado así de centrar sus esfuerzos en estas finalidades más que en el debate político; en algunos casos se han producido conflictos, especialmente en la preparación de algunas fiestas locales, cuando algunos asociados intentaban darles un carácter de exaltación del independentismo. Pero de nuevo gracias al esfuerzo común ha sido posible mantener la unidad institucional.
El profesorado ha sido el sector que más directamente ha sufrido las consecuencias del proceso, dado que se vio implicado en el referéndum del 1 de octubre que se llevó a cabo fundamentalmente en escuelas e institutos. Al mismo tiempo, se ha producido una gran presión contra la educación catalana, acusándola de adoctrinamiento. Después de octubre se aplicó el 155, y por tanto nadie salió a defender a las direcciones escolares, que fueron llamadas a declarar e interrogadas. Obviamente, todo ello generó un profundo malestar, porque entre las familias había opiniones muy diversas y se vivieron situaciones francamente conflictivas. Sin embargo, la tarea educativa continua, y se encuentra en un momento muy interesante de renovación pedagógica de gran calado, aunque en cierto modo esta renovación ha quedado algo frenada en este año tan intenso.
El balance es, hasta cierto punto, esperanzador. Nos encontramos en un momento de cierta calma, pero de calma tensa, dado que se avecinan unos juicios que de nuevo van a ser conflictivos. Pero las instituciones de la sociedad civil mantienen su solidez y su ritmo de trabajo; hubo costes importantes, hubo mucho debate, pero no una fractura que paralizara la acción. Es necesario intentar, por parte de todos, del poder político, de la población, de la sociedad civil, preservar estas instituciones tan básicas para el funcionamiento de la sociedad catalana, dado que son ellas las que garantizan la resolución del día a día de los problemas comunes, sea cual sea su posición política y la ilusión o el temor que les inspire el movimiento independentista. Son ellas las que garantizan, probablemente más que nadie, la convivencia y el esfuerzo colectivo por llegar a esta Catalunya mejor que tanta gente anhela.

El 'Grup Pròleg' está formado por Jordi Amat, Marc Andreu, Marga Arboix, Laia Bonet, Joan Botella, Victòria Camps, Joan Coscubiela, Jordi Font, Mercedes García-Aran, Gemma Lienas, Pilar Malla, Oriol Nel.lo, Raimon Obiols, Lluís Rabell, Joan Subirats, Marina Subirats, Josep M. Vallès.