NO HACER NADA

No hay nada que pase porque si, pero tampoco pasa por azar, la fatalidad o el destino. Todo ello son palabras que nos hemos ido inventando con el paso del tiempo para tratar de dar una explicación a todo aquello que no entendemos, nos sorprende, o simplemente no teníamos previsto. El destino es una manera de dar una explicación a cosas que pasan que se supone no tenían que pasar, pero que simplemente pasan. No está escrito, no hay ningún lugar en lugar en que alguien decida que tal día a tal hora te ha de pasar cualquier cosa, en positivo o en negativo. Como mucho podríamos hablar de curiosas coincidencias que siempre terminan tenit su razonamiento lógico.
Casi siempre damos la culpa a la parte negativa de todo lo malo que nos pasa a los demás, al destino o a la fatalidad, es la solución fácil, cuando no sabemos que decir y simplemente es que ha pasado. Aquí, lo que hay es casualidades más que causalidades aunque en cierto modo nosotros si podemos incidir en nuestro destino, al igual que decía Picasso que la inspiración te tiene que coger trabajando, el destino o incluso la fatalidad lo podemos administrar a favor nuestro, aunque no es fácil.
A menudo hablamos del destino o de la premonición de situaciones que tienen una explicación lógica. Si te rompes un brazo, verás a mucha más gente con el brazo escayolado que si no te lo hubieras roto, o si tienes a la mujer embarazada verá embarazadas por todas partes. ¿Porque? simplemente estás más concienciado en este punto y te fijas más. De hecho, si realmente nuestro destino estuviera escrito, sería mejor no hacer nada, dejarse ir en un laissez faire, esperar a Godot a pesar de saber que nunca vendrá, abandonarse, y así caeríamos en una estúpida indignidad, postura de la que tampoco estamos tan alejados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario