Cuando era pequeño, tendría seis o siete años, con mis padres fuimos hasta Puigcerdà, lo hicimos con la moto con sidecar que tenía mi padre, una Rieju como la de la foto, antes había tenido una MAF con la que casi nunca conseguíamos llegar a ninguna parte, dado tenía muchas averías, y una ALEU que el eslogan que había hecho el padre era: 'Si quieres ir a pie, comprado una Aleu', porque también averiaba mucho.
Como decía al empezar, me llevaron a Puigcerdà y mi padre después de atravesar el puente tras pasar la Aduana me enseñó Francia, e incluso entramos en Bourg madame. Y claro, quedé muy decepcionado, yo pensaba que Francia como era otro país era diferente del mio, pero era todo igual que en Cataluña, las montañas, las casas, las calles, todo, la única diferencia consistía en que los rótulos de las tiendas y las calles eran en francés.
Con esto del cambio de año me pasa lo mismo, la diferencia entre un año y el otro es que no hay diferencia, no veo ninguna diferencia entre el último día del año viejo y el primero del año nuevo, todo es igual, mortecino igual, aburridamente igual. No sé que celebramos pues, quizá sólo que estamos aburridos pero vivos. Cada mañana, cuando me despierto, siento que es para mí un año nuevo, o un día nuevo. Por este motivo detesto cordialmente estos año-nuevos que convierten la vida y el espíritu humano en un asunto comercial con sus consumos y su balance y previsión de gastos e ingresos de la vieja y nueva gestión. Estos balances hacen perder el sentido de continuidad de la vida y uno acaba creyendo que de verdad entre un año y otro hay una solución de continuidad y que comienza una nueva historia, y se hacen buenos propósitos y se lamentan los despropósitos, etc, etc. Quizá por eso no se me ha ocurrido nunca hacer propósitos de nada, como dejar de fumar, beber, hacer régimen, ir al gimnasio, etc etc, me parece una tontería hacerlo el primer día del año o el último del anterior, aparte de que todos estos propósitos de dejar de... o ir a... casi nunca se cumplen.
Hoy me he levantado como cada día a la misma hora, desayunaré a la misma hora e iré caminar un rato como cada día, porque la vida, el año, empieza de nuevo cada día al despertar, y eso si que es o debería ser motivo de alegría, por el solo hecho de estar vivos, o de haber sobrevivido un día más, por eso me pregunto ¿Donde está la diferencia?.
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