El Gobierno de Pedro Sánchez impide al Open Arms salir del puerto de Barcelona para rescatar a migrantes, dicen que es por cuestiones electorales para que no perjudique su imàgen. Las vidas perdidas entre Libia e Italia siguen sumando mientras disminuyen los barcos de rescate en la zona. Desde el 8 de enero, cuando  la Capitanía Marítima de Barcelona denegó el permiso de salida al Open Arms, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) ha documentado 132 personas desaparecidas en el Mediterráneo central, la ruta donde opera el barco de rescate español. La mayoría de las víctimas se han registrado este viernes, en un nuevo naufragio de un bote en el que han fallecido 117 personas, según la organización de la ONU.
Y nadie protesta ni se manifiesta pidiendo dejen zarpar al Open Arms, ni tan siquieta los animalistas que se manifestaban por el perro del esloveno en la Plaça Sant Jaume, eso si, todos pendientes de Julen y angustiados con el, olvidando que otro niño de 4 años murió de un disparo en una caceria lo que otro fuñe asesinado por su madre, o que el bebé de dos meses maltratado por su padre murió ayer.
Somos demasiado selectivos e injustos a la hora de elegir a qué dedicamos nuestra atención, o contra que nos manifestamos y se ve que los que están perdiendo la vida en el Mediterráneo no despiertan en esta sociedad extraña el más mínimo interés.
Y no será que Open Arms no recibiera apoyo y alabanzas por parte de todos, aparte de información de su labor humanitaria. Será que somos los ciudadanos poco humanitarios, o que seleccionamos este sentido según las circunstancias. Creo que si se pudiera emitir en directo por televisión como se ahogan estos pobres migrantes, se les dedicaría mucha más atención mediática, mientras  tanto nosotros compungidos y bien alimentados, repetiríamos con cara de lástima ante la pantalla: pobrecitos, pobrecitos.