El delito de odio quedó incorporado al Código Penal en 1995 tras una lucha de varios colectivos con la intención de proteger diversas minorías de ataques por motivos racistas u otros referentes a la ideología, religiosos, de orientación o identidad sexual, por razón de género o discapacidad. Lo que está pasando ahora es que tanto la fiscalía como las fuerzas de seguridad del Estado español, amparándose en este delito, han denunciado personas que han manifestado públicamente su rechazo a la actuación de las instituciones del Estado para con Cataluña, sobre todo en el caso de la represión policial del 1-O.
Me pregunto cómo debe ser la cara de odio de una persona. ¿Como se puede saber que una cara desprende odio?. Lo digo por qué me sorprende cuando oigo a Guardias civiles decir que nunca habían visto tanto odio reflejado en la cara de unas personas a raíz de los hechos del registro en Unipost o la Consellería de Exteriors, ya que no veo estas caras en visionar los vídeos que Marchena no deja ver en el juicio, y ya entiendo que esta insistencia en hablar de odio está inducida por la Fiscalía a sus testigos para así poder acusar de rebelión y violencia a los procesados. Supongo o entiendo que en un juicio todo vale, pero tanto hablar de odio cansa, molesta y enfurece, por qué no es cierto, y me lleva a recordar unas palabras de Fuster que decía: me odian y eso no tiene importancia, pero me obligan a odiarlos, y eso si que la tiene.
El odio no tiene cara, la cara del odio es la cara del instante. Estos Guardias civiles tan bien adiestrados se ve que no han ido a ver un partido de fútbol de tercera división, que se lo pregunten a un árbitro o a los árbitros asistentes, estos si que han visto caras de odio, y hay que recordar que son minoría.
Las preguntas que me hago son: ¿odiar es delito? ¿ver miradas de odio, es delito? ¿reflejar odio en la mirada, es delito?, ¿como se puede medir el odio en una cara o una mirada?, y la última, estamos hablado de reflejar odio, o indignación ante unos individuos armados que han venido a pegarte al grito de ánimo de "a por ellos"
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