NO ES PAÍS PARA VIEJOS


La alcaldable Elsa Artadi por Barcelona, no se cortó ni un pelo al recordar que Maragall ya era laboralmente activo no ya cuando ella aún no había nacido, sino cuando sus padres aún no se habían conocido. 
Llama la atención que, en un momento de particular exacerbación de la corrección política, en la que es arriesgado hacer broma sobre personas y colectivos por multitud de razones, haya una cierta barra libre a burlarse de los 76 años del alcaldable de ERC por Barcelona, ​​Ernest Maragall. Y no sólo Artadi, sino también en las redes.
A Artadi le cayeron reproches, cierto. Incluso por parte de la gran rival de Maragall, la alcaldesa Ada Colau, que se apresuró a remarcar que la edad no debe ser nunca un factor discriminatorio. Pero lo es. La juventud se considera un valor intrínsecamente positivo en un país en que es virtualmente imposible encontrar según qué trabajos a partir de los 45 años, y en el que los políticos e intelectuales de edad avanzada, más que referentes, son considerados generalmente un estorbo.
No ocurre así en otras latitudes, donde las canas y las arrugas son sinónimo de credibilidad y seriedad. Dos de los principales valores que debería tener un político, por cierto. Lo que pasa con Ernest Maragall es que aparenta físicamente ser más viejo de lo que es y verbalmente también, no ayuda nada su manera dispersa y cansina de hablar, y el retraso tecnológico que arrastra es patente, hablaba de surfers el otro día refiriéndose en realidad a los skaters y sus monopatines, y cierto es que lleva muchos años en el ayuntamiento, tantos que cuando me casé en 1970, él ya trabajaba allí de analista informático. 
No es país para viejos decían los hermanos Cohen en la película con el peinado imposible de Bardem. Pues no, pero Elsa Artadi, se podía haber ahorrado el detalle de mal gusto de recordarlo. Se puede ser joven e idiota y mal educado, no hay que esperar a ser mayor.

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