EL DEMÉRITO DEL REY EMÉRITO


Tras una gira de despedida de cinco años que ha abarcado partidos de fútbol, cenas pantagruélicas, inauguraciones varias, hoteles de lujo, corridas de toros y de las otras, el rey emérito ha decidido tirar la toalla y pedir la jubilación definitiva. Creíamos que ya había abdicado, pero esto de las abdicaciones borbónicas es un protocolo muy ceremonioso y complejo, más aun en el caso del rey emérito, que ya había abdicado de cazar elefantes, de una cadera, de la otra cadera, de la reina Sofía después y de Corinna Sayn-Wittgenstein antes. 
Es difícil elucidar a qué va dedicarse el emérito ahora que ha decidido quitarse de los toros, el fútbol y los viajes gastronómicos. Las malas lenguas dicen que el monarca funciona al revés que los ginecólogos, que trabajan donde los demás nos divertimos, mientras que él se divierte a tope en los sitios que la agenda de La Zarzuela considera trabajo. Es muy posible que las malas lenguas se equivoquen y que donde los súbditos díscolos sólo ven cachondeo, diversión, limusinas kilométricas y habitaciones de tres mil euros la noche, en realidad sólo haya desgana, hastío y sudor, el destilado sudor áureo de los borbones.
De otro modo, no se entiende que el artista anteriormente conocido como Juan Carlos I abdique, cuando en teoría no està previsto que un rey español se retire en vida a no ser que tenga un Maria Antonieta. Esta retirada de la vida pública y púbica del intrépido cazador de elefantes, ha sonado casi igual que aquel gracioso consejo de la reina María Antonieta, cuando le dijeron que el pueblo no tenía pan que llevarse a la boca y respondió que comiera pasteles. Poco después, gracias a chistes monárquicos de este estilo, su cabeza rodó muy graciosamente por el suelo, pero de momento no hay peligro de que en España inventemos ni la guillotina que inventó ya Monsieur Guillotin (víctima por cierto de su invento), pero si que fiscalia debería investigar como ha conseguido amasar el rey emérito su inmensa fortuna, según la revista Forbes; seria interesante desvelar esta opacidad del rey emérito Juan Carlos I, aunque fuera en demérito de su gestión.

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