¿Podría un robot escribir un artículo como este?. La agencia Bloomberg dice que una tercera parte del contenido de sus despachos ya es obra de robots. El sistema que utiliza, llamado Cyborg, identifica los datos básicos de los informes financieros y los resume con gran rapidez. Después, muchos de estos despachos son leídos por otras máquinas conectadas a programas automáticos de compraventa de acciones, que actúan en consecuencia sin encomendarse a Dios ni al diablo. La pregunta que se hacen en la vanguardia: Si hay robots que escriben despachos de agencias informativas, ¿por qué no han de poder escribir artículos de opinión?. Pero, más inquietante, ese ordenador ¿seguiría la línea que le diéramos o se guiaría por sus propios criterios?
Incluso podemos llegar a preguntarnos si se podría producir un programa de radio o televisión con tertulianos robots, si son capaces de escribir artículos de opinión, pueden sostener un debate entre ellos, seguramente sí, y no se interrumpirían constantemente como hacen los tertulianos homínidos.
Se está contemplando la posibilidad de que los robots que operan en cadenas de producción, coticen en la Seguridad Social como un obrero más, lo cual elevaría su estatus a la categoría de ciudadano y la siguiente pregunta és: ¿tendria derecho a votar en unas elecciones sindicales?, o aún más, ¿y en unas elecciones municipales o estatales?
Se está contemplando la posibilidad de que los robots que operan en cadenas de producción, coticen en la Seguridad Social como un obrero más, lo cual elevaría su estatus a la categoría de ciudadano y la siguiente pregunta és: ¿tendria derecho a votar en unas elecciones sindicales?, o aún más, ¿y en unas elecciones municipales o estatales?
A menudo, el problema de los robots y de los ingenios tecnológicos es hacerlos funcionar. Antes las personas de edad podía decir con ironía aquello de “Yo que soy demasiado mayor para saberlo todo...”. Ahora la frase, con una pequeña enmienda, deja de ser irónica: “Yo que ya soy demasiado mayor para entender cómo funciona este aparato...”. Ya se sabe: si se mueve, es biología. Si huele mal, es química. Si no se entiende, son matemáticas. Si sirve para apoyar cualquier opinión, es estadística. Y si tiene un sistema operativo tan simple que hay que ser un genio de cuatro años para descifrarlo y además hay que cambiar la contraseña cada semana, es informática.
Pero volvamos a la pregunta inicial. Si un ordenador puede pilotar un avión, llevar la contabilidad de unos grandes almacenes o componer haikus, como el androide de la última novela de Ian McEwan, 'Máquinas como yo', por qué no ha de poder escribir ochocientas palabras sobre las ventajas e inconvenientes de un gobierno de coalición o sobre el naufragio moral europeo que el Open Arms y el Ocean Viking han puesto en evidencia durante las últimas semanas? Hace un par de años, el científico Ross Godwin, inspirándose en la novela de Jack Kerouac En la carretera, viajó en coche de Nueva York a Nueva Orleans con una cámara, un micrófono y un GPS y ordenó toda la información que obtuvo con un programa que utilizaba los mecanismos narrativos de cientos de novelas. El resultado, según un crítico, era una combinación de Tom Wolfe y de Google Street View narrada por Siri. Desafortunadamente, no era Kerouac.
Pero la respuesta es que sí, que seguramente un ordenador bien programado podría escribir artículos de opinión, lo que nos conduce a una nueva pregunta, más inquietante: este ordenador ¿seguiría la línea que le diéramos o se guiaría por sus propios criterios? ¿Diría, por ejemplo, que si no hay gobierno hasta el año próximo no ocurre nada, porque el país funciona igual y todos vivimos más tranquilos, que si los británicos quieren tirarse al precipicio del Brexit sin paracaídas peor para ellos, porque son los que sufrirán la mayor parte de las consecuencias, o que el club que fiche a Neymar no levantará cabeza en diez años, de modo que, si no puede ir al Madrid, para el Barça lo mejor es que se quede en París?
Si hay robots que escriben despachos de agencias, ¿por qué no han de poder escribir artículos de opinión? - Y aquí se abre un nuevo interrogante: ¿le interesaría a alguien la opinión de un robot sobre estos asuntos? No lo sé, pero me temo que la respuesta ha de ser positiva. Sí: probablemente interesaría a los que estuvieran de acuerdo con él, que se sentirían satisfechos de ver confirmadas sus propias ideas, y quizá también interesaría a otros lectores inteligentes que no estuvieran tan de acuerdo con sus opiniones. Además, hay que suponer que también interesaría a otros robots, que resumirían los artículos y los distribuirían a través de las redes sociales para influir en la opinión pública, mientras nosotros, tristes mortales, nos entretendríamos contemplando la puesta de sol o leyendo a Michel de Montaigne, que hace cuatrocientos años ya reflexionó sobre casi todo lo que hay que reflexionar (excepto sobre los robots, me parece, pero debería verificarlo, porque igual me llevaba una sorpresa).
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