Dicen que la derrota de Ciudadanos tiene como motivo principal haber forzado la máquina del anticatalanismo de manera exagerada, junto con la indefinición permanente de Albert Rivera, y esto habría provocado que Vox fuera como un zorro en un corral que sólo tuviera que comerse impunemente las gallinas que corrían alborotadas. Pero que en cambio el PP había frenado un poco y había quedado centrado, aunque venimos de donde venimos y Pablo Casado está obsesionado con Puigdemont, Quim Torra y los CDR.
El PP sirve como metáfora de la situación actual en Catalunya. De como se ha desvanecido cualquier tercera vía y de que no hay gran cosa que hacer. Venimos de un 9-N, del 1 de octubre, del 21 de diciembre y de todas estos fechas históricas que tanto nos gusta rememorar a los catalanes, y hay que recordar ahora a Mariano Rajoy vencido por una moción de censura contra todo pronóstico, esperando ejecución en un restaurante madrileño dándole a la botella, triste fin del procrastinador más procrastinador de entre los procrastinadores que se hacen y deshacen, víctima del proceso que tanto habia combatido y también de la corrupción de su partido.

Costará que este nuevo gobierno PSOE-Podemos pueda tirar adelante cuatro años, el camino será largo, pesado y empinado. La última presidencia, en funciones de Pedro Sánchez no ha servido de mucho, y menos para diferenciarse del gobierno de Rajoy. Mientras, el PP no engaña, va de cara y ahora con Vox parece algo más centrado, tal es su oportunidad, pero no hay mucha esperanza. Y por eliminación parece que el PSOE tenga que ser centrista, cuando es el PSOE de siempre, el de la permanente incongruència. No hay que olvidar que este punto de calma y centrado del Pp es provisional, forzado como decía por la aparición de Vox, un partido azuzado por José María Aznar López precisamente para hacer de contrapeso a la inacción del maricomplejines de Rajoy.

Y en este punto, nos encontramos, porque ésta es uno de los grandes y graves problemas de la política española: no existe el centro institucional, no hay partidos que hagan políticas de centro, y sí hay votantes de centro. El 'sit and talk' es una buena premisa, pero no hay quien se siente al otro lado y también que en el de la banda catalana se identifique como líder responsable, que de momento no es el caso. Y no sólo eso, debería ser alguien que escuchara, y aún más, que pudiera hacer algo. La presencia de Pablo Iglesias en el gobierno español puede parecer un punto a favor del diálogo Catalunya-España. Pero hay que ver su capacidad incidencia en la política real.
La sensación es que hasta que no se convoquen elecciones en Cataluña y se aclare el panorama, la situación está enquistada y sin posibilidades reales de diálogo. Visto todo ello, del mismo modo que echamos de menos a Mariano Rajoy, y le añoramos, acabaremos añorando también a su partido Popular. Conste que Antón Losada ya nos había avisado de este añoranza.