La justicia poética existe, en una entrevista al actor Josep Maria Pou en Rac1 este se quejaba del uso del móvil en el teatro, un hecho que le molestaba profundamente hasta el punto de llegar a detener una representación en directo, y en este mismo momento en que comentaba el hecho... en directo en la radio, sonó su teléfono móvil.

Explica Andreu Banús, uno de los responsables de teatro La Colmena de Santa Coloma de Gramenet a elperiódico, que han hecho confeccionar sesenta bolsitas de ropa que a la entrada dan a los espectadores para que guarden los móviles mientras dura la función. El cierre de las bolsas es imantado y, una vez cerradas, no las pueden volver a abrir hasta el final del espectáculo. "Hablamos con el público al comenzar la función y los explicamos que, ya que somos pocos, intentaremos la experiencia de ver la función sin el móvil. Se les invita a todos a apagarlo, a meterlo en la bolsita y a cerrarla. El cierre es con imán y sólo se puede abrir con un desimantador".
Quizás el problema o la incompatibilidad, resida en la modernidad del móvil y el anacronismo del teatro, donde por haber todavía hay acomodadores (dicen), porquè el problema no es que la gente lleve el móvil al teatro, el problema, lo que no entiendo, es que la gente todavía vaya al teatro.
Ya sé que le tengo fobia al teatro (lo siento) un fobia que no he conseguido superar, y no conozco los motivos, ya que en televisión si había visto y me interesaba, aunque no creo que esta fobia se deba a la pereza de desplazarme hasta un teatro, no sería el caso, pero la fobia ahí está, y como diría el tópico ha venido para quedarse, y es que el problema radica en que el móvil obliga a una interacción constante o casi con su adicción, que lo hace incompatible con ir al teatro o al cine y desconectar de él, que de hecho es lo que debería hacerse, al igual que la gente en los hospitales apaga el móvil sin sufrir ningún ataque de ansiedad.
Son incompatibilidades a veces incongruentes, como cuando la gente de la blogosfera edita en papel sus historias, o las convenciones digitales que necesitan que la gente se desplace físicamente en vez de hacerlas en directo por videoconferencia, que sería lo más adecuado.