«Las mentiras resultan a veces mucho más plausibles, mucho más atractivas a la razón que la realidad» - Hannah Arendt
Una política construida desde la no verdad debería ser necesariamente antidemocrática, dando lugar a regímenes tecno-burocráticos. Pero entonces, ¿cómo calificar de neofascista la estrategia practicada por la ultraderecha de eliminación de la verdad y reducción de todo a una simple opinión?.
Hay una cita en 'Los orígenes del totalitarismo' de Hannah Arendt que nos puede ayudar a entenderlo:
"El sujeto ideal del régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino las personas para las que la distinción entre los hechos y la ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre la verdad y la falsedad (es decir, los estándares de pensamiento) ya no existe".
Según Arendt, puesto que la verdad se impone por sí misma de forma despótica, el tirano verá en ella al más peligroso de sus posibles competidores. Por ello, la técnica por excelencia de los sistemas totalitarios es la manipulación máxima de los hechos y, por tanto de las opiniones. Sin duda, la radio y el cine facilitaron la tarea a los dictadores de la primera mitad de siglo XX, aunque ciertamente seguían dependiendo de la necesidad de recurrir a la violencia para destruir las verdades que se resistían a la manipulación. Desgraciadamente la verdad factual es muy fácil de destruir. No es, como la verdad matemática, una verdad necesaria y evidente por sí misma; la verdad factual muestra un hecho que podría haber sido de otro modo; por eso depende de testigos, de tal manera que si destruyes a estos, acabas con ella. Por lo tanto, creo que se puede afirmar sin lugar a dudas que la ultraderecha es neofascista porque, además de nacionalista y corporativista, emplea y fortalece el cinismo propio del totalitarismo.
Como decía alguien: no dejes que la realidad te estropee un buen argumento. Mejor mentir, porque si se repite mil veces la mentira muchos se la creerán. Goebbels creó escuela.
ResponderEliminarSaludos.
y Eduardo Inda fué su alumno más aventajado.
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