MISERIA ABSOLUTA


La llegada a la presidencia de EEUU de un personaje como Trump, un individuo mezquino que defiende ideas racistas, y que comenzó su mandato expulsando musulmanes y prohibiéndoles la entrada a su país, les da carta blanca a los supremacistas como él. Ya no se esconden, se sienten apoyados por defender abiertamente un fascismo contra el que la Historia pensábamos nos había vacunado durante décadas, un fascismo que ya no volvería, pero la historia se repite, y el fascismo de corbata ha vuelto y se extiende sin rodeos por la ultraderecha de todo el mundo.
Trump no sólo es peligroso por lo que hace sino por lo que significa. O quizás más por lo que significa, ya que posiblemente no hará más o menos daño del que habría hecho Clinton, pero él no guarda las formas, con él, se normalizan la xenofobia y el odio. Con él, se legitima el fascismo. Le votaron, se dice, de la misma manera que los corruptos del Pp afirman que las urnas les absuelven de sus pecados. Para los que confunden la democracia con los votos, las elecciones lo justifican todo, incluso la no democracia y el totalitarismo. Por eso, el triunfo de Trump fue un apoyo que ha dado alas a todos los fascistas europeos que como buitres rapaces lo estaban esperando alzar su siniestro vuelo, y no sólo europeos, véase Bolsonaro en Brasil, entre otros especímenes.
Trump no es sólo una enfermedad, también es el síntoma de lo que está pasando en los países desarrollados. No hay que ir a Estados Unidos para denunciar muros, en Israel hace tiempo tienen uno vergonzoso. España misma tiene una valla coronada de hojas punzantes que le cuesta sacarlas. Europa entera está amurallada para impedir la entrada de personas migrantes y refugiadas. Los recibimos como enemigos con perros, palos, alambre de espino y gases. Los dejamos morir en el mar o los encerramos en las mismas condiciones de frío, insalubridad y hambre de los campos de concentración de la guerra. Hemos creado un infierno para los migrantes, y al infierno iremos nosotros, ellos ya están en él.
Como de costumbre, Europa, indefensa, vacila ante esta avalancha de fascismo, no actúa ni sabe cómo actuar, y España, apoya a Trump y sus políticas por interés económico o necesidad y que si acaso algo no le gusta se lo dirá con la boca pequeña para que no se enfade y por supuesto no les haga ni caso. Tenemos mala pieza en el telar, y estamos en el ojo del huracán, de un huracán que se nos llevará entre China y EEUU, sólo faltaba la pandemia del Covidi-19 para terminar de complicarlo todo y abocarnos hacia la miseria absoluta. Ya dicen que eran dos que se peleaban y el tercero recibió, y el tercero somos nosotros, los europeos.

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