En tiempos que tenían tiempo, se podía resolver algo con el arte. En un tiempo que tiene periódicos, la materia y la forma se han escindido en favor de una comprensión más rápida. Como no tenemos tiempo, no les queda a los autores otro remedio que decirnos con todo género de detalles lo que se hubiese podido expresar brevemente.
¿Es la prensa un mensajero? No: es el acontecimiento. ¿Un discurso? No: es la vida. No sólo plantea la exigencia de que el verdadero acontecimiento lo constituyan sus noticias sobre los acontecimientos, sino que provoca también esa siniestra identidad por la cual, en apariencia, se informa de los hechos antes de que se hagan realidad. La prensa no es un mozo de equipajes. Es el acontecimiento. De nuevo el instrumento nos ha superado. Hemos colocado al hombre, que debe comunicar la existencia de un incendio y que debería jugar el papel más subalterno dentro del Estado, por encima del mundo, del incendio, de la casa, de los hechos y de nuestra imaginación.
El periodista está estimulado por el plazo. Cuando tiene tiempo, escribe peor.
¡Tienen la prensa, tienen la bolsa, y ahora tienen también el subconsciente!
Se prohibe, con razón, toda sátira que entienda el censor.
La distorsión de la realidad en el informe es el informe verídico sobre la realidad.
¡Ay, ay de la prensa! Si Cristo viniese ahora al mundo, tan cierto como que vivo que no les señalaría la paja en el ojo a los fariseos, sino a los periodistas. - Karl Kraus
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