La sensación general de indignación ha sido similar a la que muchos sentimos cuando hace un año vimos las fotografías del Everest difundidas por France Presse. Más de 200 personas en una cola de horas para alcanzar el pico más alto del planeta resultaba una imagen desconcertante, 65 años después de que Sir Edmund Hillary junto con el sherpa Tenzing Norgay lograran un hito para la historia de la humanidad, a mediados del siglo XX. Que el ser humano es la especie más depredadora del planeta, ya lo sabíamos, pero ahora tendremos que añadir que es la más inconsciente y exhibicionista de todas. Teníamos el año pasado, a toda una tropa de inconscientes haciendo cola para llegar a la cima del Everest, el itinerario del cual se asemeja cada vez más a una rambla, y ahora, lo mismo comienza a pasar a la Pica d'Estats, que ha pasado de ser una leyenda catalana a convertirse en una simple selfie. Podría parafresear Macbeth y decir: la Pica de Estats escalada por unos idiotas llenos de aire y selfies, en un claro ejemplo de cómo toda una sociedad, o casi, se avoca en el precipicio de su autodestrucción.
Como ha cambiado todo, desde que en el año 1983 se realizó una histórica subida a la Pica d'Estats para conmemorar el centenario de la ascensión hecha por mosén Cinto Verdaguer. Ocasionalmente, en aquella subida que acabó reuniendo unos 300 montañeros, estaba el señor Jordi Pujol Soley, president de la Generalitat de Catalunya, una Pica d'Estats donde unos años antes el Presidente había visto la luz y el futuro del país, bien, el futuro o lo que quedaría de país unos años más tarde.
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