ES EL MERCADO, AMIGO


💬Una de las consecuencias a que nos ha abocado la pandemia es que por segundo año consecutivo no se celebrará en el país la Semana Santa, con todo lo que conlleva, aunque quien más lo lamenta no son los creyentes, ni la iglesia, sino los hoteleros y restauradores de allí donde se celebraba.

La celebración de la Semana Santa, con esta parafernalia entre mística, masoquista, religiosa y pagana, no deja de ser un negocio y atractivo turístico para muchas ciudades y pueblos que la celebran con tanto entusiasmo como el atraso cultural y ancestral que representan este tipo de celebraciones en pleno siglo XXI, o es lo que debería ser a día de hoy esto, aunque mucho me temo no es así.
De hecho, cuesta entender que aún se puedan celebrar este tipo de manifestaciones donde lo de menos ya es la fe, o las creencias. Aquí se trata de una extraña ostentación pública de unas imágenes barrocas adornadas con todo y más (paganismo) y unos supuestos y exaltados creyentes desafinando  "saetas" a un icono para puro lucimiento propio en la mayoría de los casos, y la masa bramando mientras contempla el espectáculo, acompañado de unos encapuchados "made in Ku Kux Klan" u otros "freakies" variados, descalzos con cadenas en los tobillos y en lugares dónde incluso hay gente que azotaban la espalda, todo muy edificante y reparador.
Esta fiesta pagano-freakie-religiosa, ya no la entendía ni de pequeño, cuando me hacían comer pescado el viernes santo y mi tío me contaba que después de la procesión, los del ayuntamiento franquista y clero iban a darse un atracón de marisco al restaurante del pueblo, con bula o sin ella.
Esta celebración destartalada, rancia, sirve para comprender cuando cuesta de evolucionar a un país, salir del atraso, de la colonización religiosa de tantos siglos y aparte comprender también un poco esta España que tanto nos cuesta entender a veces, anclada en un pasado rancio y decimonónico del que no quiere, ni puede, ni se sabe salir.
Lástima que la pandemia no la erradicará del todo, y el año próximo continuará esta celebración absurda, que sólo se entiende si recordamos la frase de un economista: Es el Mercado amigo, porque en el fondo, de eso se trata.

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