💬El día 17 de enero de 1966, un bombardero B-52 norteamericano chocó en el aire con un avión nodriza, y cayeron al suelo español cuatro bombas termonucleares. De hecho, una cayó en el mar, frente a Palomares, en la costa de Almería. Para hacer frente a los rumores que hablaban de contaminación radiactiva, el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, el 7 de marzo se bañó en la playa de Quitapellejos junto al embajador estadounidense Angier Biddle Duke y un joven Carles Sentis entre otros héroes patrios. Es decir, se remojaron para demostrar que no había contaminación. Una contaminación, por cierto, que todavía perdura a día de hoy

Ahora, Josep Maria Argimon, secretario de Salud Pública de la Generalitat, dice que estaría dispuesto a «hacer un Palomares», si fuera necesario, para demostrar que el AstraZeneca es un vacuna «efectiva y segura». La idea es similar: exponerse ante la opinión pública para enseñar que no pasa nada. Sólo espero que Argimon tenga más argumentos que Fraga, porque en 1966, efectivamente, a pesar del gesto propagandístico, había radiactividad. Los cronistas de la época no pudieron explicar la verdad, pero cualquier taxista de Almería te resume lo que realmente pasó en 1966 con el baño de Manuel Fraga Iribarne y el embajador de EEUU en Palomares: Que la famosa inmersión en el mar que también popularizó el NO-DO se grabó en otra playa de Almería donde no se encontraban los restos radiactivos del avión americano. Spain is different, era el eslogan de Fraga en aquella época.

La historia del baño en la playa de Manuel Fraga, que se mantiene en la memoria de cualquier español mayor de 60 años, es un claro ejemplo del marketing del franquismo: repetir una mentira muchas veces puede convertirse en una realidad que pasará a la historia. Esperemos pues que el Dr. Argimon haga un Palomares en el sentido real y se ponga otra vacuna en vez de la de Astrazeneca. Además poco riesgo tiene ponerse la vacuna de Oxford, ya se la han puesto Boris Johnsion y Salvador Macip entre otros. Y sobre todo que no se vacune en bañador. Hace casi 50 años y aún no me he podido quitar esa grotesca imagen de la cabeza.