En el libro Modernidad líquida, el sociólogo Zygmunt Bauman es capaz de explicar los fenómenos sociales de la era moderna y qué es lo que nos diferencia de las generaciones anteriores. A partir del año 2000, año de publicación Modernidad líquida, el filósofo polaco publica una serie de obras que resumen sus conceptos sobre la realidad que nos rodea. La realidad líquida de Bauman consiste en una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas. En el pasado, la vida estaba diseñada específicamente para cada persona, quien tenía que seguir los patrones establecidos para tomar decisiones en su vida. En la modernidad, el filósofo polaco afirma que las personas ya han conseguido desprenderse de los patrones y las estructuras, y que cada uno crea su propio molde para determinar sus decisiones y forma de vida.
En la vida líquida según Bauman, la sociedad se basa en el individualismo y se ha convertido en algo temporal e inestable que no tiene aspectos sólidos. Todo lo que tenemos es cambiante y con fecha de caducidad, en comparación con las estructuras fijas del pasado. Las personas no quieren ataduras ni en el amor ni en el trabajo, según Bauman. Esta filosofía basada en la búsqueda de nuevas experiencias y ser ciudadano del mundo también se ve reflejada en el ámbito laboral dentro de la sociedad líquida. Nuestros abuelos y padres entraron a trabajar en una empresa a los 14 años, o antes, y se jubilaron en el mismo lugar a los 65, y ni se les pasó por la cabeza cambiar, había una identificación con el trabajo y la empresa, con el dueño, claro que esto era cuando aún no había emprendedores o entrepreneurs.
En la actualidad, no existe el llamado trabajo de nuestra vida. Los empleos son cambiantes y el mercado actual necesita renovaciones dentro de las empresas cada poco tiempo. Por otra parte, Bauman identifica en sus obras la necesidad de cambio en los trabajadores, a los que se les reclama cada día más volatilidad y capacidad de trabajo en diferentes áreas. Las empresas buscan personas volubles, con capacidad de reinventarse y que puedan viajar a otra ciudad cuando sea necesario. Personas que lo den todo en el trabajo aún sabiendo que pueden ser reemplazadas en cualquier momento si no cumplen con las expectativas. Pero esta filosofía del trabajo que si ha funcionado en Japón o China, aquí no ha arraigado, en general la gente trabaja por pura necesidad, no hay vocación y no hay espíritu de sacrificio, por eso no hay mano de obra preparada; me decía un conocido, ebanista de profesión, que necesitan profesionales de este sector y no los encuentran, porque no hay. Sólo hay mano de obra barata sin especialización y los que están preparados suelen ir al extranjero donde tienen mejores y mejor pagadas oportunidades. Si incluso emigran las enfermeras.
No veo ningún Gobierno que intente enderezar este camino, ni siquiera se lo plantean, y estos son los problemas que en verdad interesan y preocupan a la gente, entre otros, pero ellos viven en su Matrix particular, aislados de la realidad mientras toda una sociedad se derrumba en sus fundamentos.
"Y ahora que estoy con un pie en la tumba, veo que el mundo no es mejor. Esto significa que todo el trabajo de mi vida no ha servido de nada", se lamentaba decepcionado en uno de los diálogos con el periodista suizo Peter Haffner poco antes de morir el 2017
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