Las impactantes imágenes de afganos intentando subirse a un avión a Kabul para huir de su país reflejan la desesperación ante la vuelta al poder de los talibanes. Muchos intentaban agarrarse al tren de aterrizaje e incluso dos que lo consiguieron cayeron al vacío una vez que el aparato emprendió el vuelo. Entre la población angustiada hasta este extremo había muchos jóvenes. Pero llama la atención que los vídeos que recogen aquellas penosas horas se ven pocas mujeres, las que más tienen que perder, por el simple hecho de serlo. Se especula sobre si los talibanes que ahora toman el poder son más "moderados" que los de los años 90, si consentir que las niñas puedan estudiar y las mujeres trabajar. Lo cierto es que ellas ya lo han perdido absolutamente todo. Se les roba la potestad para decidir sobre sus vidas, arrebatada con el zarpazo del miedo incluso antes de que lo haga la mano de los fundamentalistas. Hasta el punto de que a las mujeres no les queda ya ni la opción de jugarse la vida tratando de huir al asalto de un avión.
Las crónicas periodísticas nos relatan historias de ilusiones vitales truncadas, de mujeres que han luchado por ganarse cada centímetro de libertad, que se atrevieron a transgredir, no ya normas, sino algo más perversa como son los prejuicios sociales. Si lo hicieron fue porque los occidentales las animaron, haciéndoles creer que sus conquistas serían irreversibles, que cada paso sólo podía conducir hacia delante. La seductora ventana de internet les permitió vislumbrar otras formas de vida que sus madres seguramente ni siquiera llegaron a soñar y que ellas creyeron factibles. Se ha clausurado esta ventana, el terror las ha recluido en su casa. El futuro es vivir entre paredes.
Ante esta infamia, Europa no se inmuta. Hay palabras, como refugio o asilo, que deberíamos desterrar de nuestro vocabulario si no se pueden aplicar a los afganos y, en especial, a las mujeres de ese país. Los gobiernos democráticos deben hacer lo imposible para ellas antes de que el fanatismo impida su fuga y las convierta otra vez en fantasmas. Sólo una presión rotunda de la opinión pública puede empujarlo a hacerlo. Y no se vislumbra esta movilización, a pesar de los discursos sobre la igualdad, el feminismo y los derechos humanos a que todos nos apuntamos. - Lola Garcia - lavanguardia.com.
¿Y nosotros? nosotros los ciudadanos nos sentimos como los precogs de Minority Report, no sólo hemos vivido la guerra en directo sino que ya sabemos lo que vendrá después para las mujeres y las niñas afganas, y es terrible, con una enorme sensación de impotencia, de que no hay nada que hacer, de que es un fracaso total y absoluto de todos los gobiernos, el de los afganos también. Y al menos sería de agradecer que los dirigentes políticos de todos los partidos tuvieran el mínimo de decencia y dignidad para no hacer ni demagogia ni populismo con los refugiados, unos refugiados de los de 'queremos acoger' si, pero en nuestra casa ¡no!. Que ya me veo venir que los internaran en campos de refugiados (prisioneros) como ya hay muchos afganos y de otras nacionalidades en Grecia o Turquía. Deben ser estos los valores europeos que el señor Casado le pide a Europa que inculque a los afganos.