ERC COMO ANIMAL DE COMPAÑIA

 



La voluntad de Jordi Pujol era muy clara, Convergencia, su Convergencia era más que un partido, más que unas siglas, más que unos dirigentes y unos militantes. Convergencia era el país, su país. Convergencia c'est moi. Pujol no era el líder de un partido, era el padre de Cataluña, el que nos regañaba por no ser lo suficientemente buenos catalanes, él, Pujol, como Perot, 'lo lladre', por lo que hemos visto y sabido más tarde. Más allá de las siglas, esta idea grandilocuente de asimilación sigue presente. Lo está cuando Juntsxcat pretende imponer miembros del partido que no forman parte del Gobierno en la mesa de diálogo. Lo es cuando, de manera pesada, cualquiera de los suyos o de su galaxia, excluye de su concepción de Cataluña todo aquel que no sienta la necesidad imperiosa de la independencia, cuando abona la idea de que los catalanes no soberanistas son algo ajeno, cuando no directamente traidores, vendidos a la causa española, botiflers despreciables.

Cataluña les pertenece, o eso creen. Recuerdo las palabras de Marta Ferrusola cuando pasó a Gobernar el tripartito: "Como si nos hubieran entrado a robar en casa". La "madre superiora" del clan Pujol soltó esta frase cuando vio a Pasqual Maragall paseando por el patio de los Naranjos acompañado de los Carod-Rovira, Saura y otros malhechores que se habían atrevido a hacer un pacto contra natura para gobernar la Generalitat, aunque el astuto heredero Mas había ganado las elecciones. 

Al igual que la de Aznar, la sombra de Pujol es alargada, sus herederos se consideran libres para hacer con su propiedad lo que les da la gana. Incluso despreciar sus instituciones, jugar alegremente con su prestigio y descuidar sus necesidades. Una herencia convertida en caricatura. Su prepotencia sólo invita más catalanes a sentirse mejor representados por el otro lado de la mesa, significa pues, que acabaremos por aceptar a ERC como animal de compañía para el viaje a ninguna parte. Qué remedio. ¿Hay alguien más?

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